Por ser era
buena persona donde las hubiera
y se hacia de querer
por lo mucho que cuidaba su presencia
y lo fácil que con él era
hablar de cualquier cosa que tuviera que ver con el pueblo, sus gentes y tierras.
Lo recuerdo
como si delante de mi estuviera
hablando con templanza y meneando la cabeza
y hasta tal punto
impresionaba su presencia
que cuando le mirabas a la cara
y veÍas ese lunar
en su mejilla derecha
enseguida te venía a la cabeza
que aquel con quien hablabas era Lunares,
natural de Pinarejo, su tierra.
Pinarejo tuvo en Lunares
a un hombre que sabía tocar con las manos la tierra
por eso siempre que ibas lo veías
como si los años no pasaran
y él siempre fuera,
como los luceros de la noche,
la única luz en Pinarejo,
pueblo en sus tiempos con más ovejas manchegas
que las que se pueden contar hoy en día
en toda la Mancha, Alta y Baja Sierra
y por descontado la Manchuela.
Un brindis por Lunares
esté donde Dios quiera
pues para eso es el champán
para llenar las copas
y desear lo mejor a quienes de verdad se estima por encima de cualquier desavenencia.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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