Yo no me llego
hasta los días que nacen
en los orígenes del tiempo
para derramar lágrimas vacías
de sentimiento alguno.
Para ciertos asuntos
me visto todavía
de los olores a trigo segado
circulando por mis venas
como si el gran granero
de todos los cereales del mundo
tuvieran cabida en mi organismo.
Se extienden nuestras vidas
como las sábanas al sol
para ser recogidas
llegada la noche
y con ella la humedad
y el frío
y hacemos con ellas lo que queremos
hasta que un día cualquiera con o sin motivos
se da por acabado el asunto.
Donde esté
y donde me encuentre
siempre digo
que estoy en el lugar
donde me puso el destino
y aunque esa música sea tan poco atractiva
por su tono repetitivo
cómodamente me abrigo
a la espera de que el tedio juegue conmigo.
Para más infortunio
renqueando casi siempre llegamos
a ese final
tan poco querido
y así nos convertimos en miembros del club del olvido.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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