Las escenas se repiten.
Están los que piden para comer y nadie les da nada.
Están los que piden para comer y les dan un bocadillo.
Están los que te miran con cara de pena.
Están los que no mira.
Están los que no piden por vergüenza.
Están los que se van lejos para pedir.
Están los que solo piden dinero.
Están los que no piden porque no lo necesitan.
Están los que piden sin necesitarlo.
Están los que dan por dar sin importarles más el asunto.
Están los que dan y se comprometen.
Los hay que confunden el dar con la caridad pública.
Los hay que se quedan con lo que dan los gobiernos.
Los hay de todas las clases y colores:
como aquellos que en Navidad se vuelven más humanos,
como aquellos que dan para que los dioses sean con ellos benévolos,
como aquellos que lo hacen por el que dirán,
como aquellos que de esta forma se creen a salvo de pecado mortal, alguno.
¡Cuantos hay que no dan casi nada y a destiempo!
Son muchos, mas de los que nos creemos,
como las estrellas del firmamento,
como los sapos de los charcos,
como las ratas de las alcantarillas,
como las víboras,
como los cocodrilos,
como las arañas tarántulas,
como las hienas,
como los coyotes,
como los cerdos de todos los tipos,
como los burros,
como los pecadores que son sin pudrirse en el infierno.
Autor: José Vte. Navarro Rubio
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