domingo, 23 de febrero de 2014

DE AQUELLOS BAILES EN PINAREJO EN CASA DE MIS ABUELOS ALLÁ POR LOS AÑOS 1932/33


 
 zambomba
 
Forma de incrustar el tronco de cardo sobre la piel curtida

De esas cosas que me cuenta mi padre, a sus 93 años, una de ellas tiene que ver con los bailes que se organizaban en casa de mis abuelos en Pinarejo, allá para el año 1932. Cuenta mi padre que se solían realizar en los fines de semana y que duraban hasta bien entrada la madrugada. El Truco con su acordeón amenizaba la velada y la única bebida que se servía era la tan famosa cuerva. Bien  entrada la madrugada mi abuela guisaba unas gachas con las cuales finalizaba el baile sobre las 6 de la madrugada. Se solía comenzar la fiesta bailando jotas y tocando las castañuelas las mujeres. Entre las canciones que recuerda mi padre se encuentran los siguientes estribillos:

Algunos versos cantables, hechos sobre la Copla:

Si vas a Calatayud
pregunta por la Dolores
que es una chica muy guapa
y amiga de hacer favores. 


Y otra, que es la siguiente:

 No hay quien pueda, 
no hay quien pueda, 
con la gente marinera. 
Marinera, pescadora, 
no hay quien pueda, por ahora. 
Si te quieres casar 
con las chicas de aquí, 
tienes que ir a buscar capital a Madrid, 
capital a Madrid, 
capital a Madrid, 
si te quieres casar
con las chicas de aquí. 
 
Otra versión de ella sería:
 
Dime dónde vas, morena,
 
dime dónde vas, salada.
 
Dime dónde vas, morena,
 
a las tres de la mañana.
Voy a la cárcel de Oviedo
a ver a los pacifistas
que los tienen prisioneros
esa canalla fascista.
Si te quieres casar
con la chica de aquí
tienes que ir a Madrid
a empuñar un fusil.
Dime por qué vas llorando
cuando recién te levantas.
Dime por qué vas llorando,
dime por qué ya no cantas.
Yo lloro por mis hermanos,
yo lloro por mis valientes
que los tienen prisioneros
en jaulas de fierro ardiente.
Dime qué llevas, morena,
en esa jarra cerrada.
Dime qué llevas, morena,
a las tres de la mañana.
Llevo la sangre que corre
por las llanuras de Soria
pa' tirarla a los fascistas
para que tengan memoria.

Hoy mi padre estaba esplendido de memoria y me ha hablado de una orquesta que se organizó en el pueblo y de la cual formaba parte mi tío Florentino que tocaba la bandurria. Otros componentes eran el sacristán del pueblo, Macandón, Marcial Mota, Joaquín López y Vicente Lafuente.

Entre los instrumentos musicales que se tocaban en el pueblo se encontraba la zambomba. Tal y como lo recuerda mi padre se realizaba con la boca de un cántaro y con una piel curtida de conejo o vegija de cerdo  y se usaba un tronco de cardo borriquero, sujeto a la piel con gramante para realizar la percusión. Entre los guitarristas parece ser que el que más sobresalía era Emilio el del Títere .

Relacionado con este tema en la  Revista de Folklore número 301, he encontrado:

 
Sólo en Colmenar de Oreja encontré zambombas construidas a conciencia para durar no una, sino muchas navidades. Para ello no se ata directamente la caña, el carrizo, cardo, o chupón de olivo al pellejo en cuestión, sino que se amarra a él una pieza de madera de unos cuatro centímetros de largo, que tiene aproximadamente la forma de un corto cilindro rematado por un largo y agudo cono. La pieza se hace siempre en madera dura, generalmente membrillo, y la llaman en Colmenar el palillo. La parte cilíndrica tiene una acanaladura en todo su derredor para que ajuste en ella sin moverse el bramante que la fijará a la piel o pellica de cordero o conejo con que allí fabrican las zambombas. Al dar la vuelta a la piel, tras de esa última operación del atado, y después de haberla asegurado bien tirante con clavos al borde del barril, queda bien firme y derecho el cono del palillo, en el centro exacto de la boca del recipiente, dispuesto para insertar en él las cañas secas que van desechándose a medida que se abren por el uso. Estas zambombas se construían con esmero, decorándolas a veces con tachuelas doradas, y llevaban una correa o soguilla que permite colgarlas en bandolera para tocar de pie con ellas.

En otros rincones de la geografía madrileña se utilizó la vejiga del cerdo para construir la zambomba. En Guadalix de la Sierra se la llamaba incluso zambomba, como ya vimos, y en Humanes de Madrid o Cenicientos la decían milicina. En los pueblos que limitan con Ávila lavaban bien la bolsa de la orina y la dejaban en agua durante dos o tres días, e incluso en algunos lugares como Pelayos de la Presa le añadían un chorro de vinagre: Para que se limpiase bien y quedase más fuerte; mientras que en Cenicientos restregaban la vejiga en la ceniza del hogar antes de soplarla y endurecerla, para que se pusiera más fuerte. Una vez curada la vejiga (29), se cortaba en trozos suficientemente amplios como para cubrir con holgura la boca de las cantarillas, sujetando en su centro la caña o vara de olivo que allí tocaban no con la mano, sino con un estropajo de esparto humedecido (Cadalso de los Vidrios, Fig. 7; Cenicientos, Pelayos de la Presa).

El secreto para que la zambomba retumbe está en no dejar nunca pliegues de la piel o la vejiga en el borde del recipiente; por ello, y antes de reatar el gollete con tomizas o bramantes, es menester que dos o más operarios repartan bien la membrana y estiren con fuerza hasta que el palillo (Colmenar de Oreja), la caña, la vareta de olivo (Cenicientos), la varalisa de sabuco (sambucus nigra) o retama (sphaerocarpa) (Navas del Rey), el carrizo (Villanueva de Perales), el cardo santo (cnicus benedictus) (Camarma de Esteruelas), el cardo borriquero (onopordon sp.) (30) (Pedrezuela) queden enhiestos y verticales. Para que la zambomba no pierda, mientras se la está tocando, el sonido profundo que la caracteriza, es menester que el parche esté siempre seco, y para ello suele colocarse inclinada a fin de que el agua sobrante que se desliza por la caña, no caiga en el parche, sino que gotee en el suelo (31). Ya vimos que, aparte de la vejiga del cerdo, las pieles más usadas en la fabricación de zambombas fueron siempre las de cordero, conejo y liebre, pero eran también muy estimadas al efecto las de gato, y especialmente, la de ardilla, que en Cenicientos llaman jardas (32).

Autor: José Vte. Navarro Rubio

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...