miércoles, 12 de marzo de 2014

POESÍA: CAMINO DE CUENCA PERDÍ LA COMPOSTURA


 
Escucha, dime, venga no te escondas,
ni seas como el calor, ni como el frío,
 ni como la ventisca, ni como el miedo o la risa,
muesca en la mejilla,
camino de Cuenca todo parece poseído por algo diferente a lo que está acostumbrada la vista,
los verdes campos con sus frágiles tallos emergiendo de la tierra arisca,
los esbeltos arboles orgullosos sobre la vaguada que les sirve de casa y sepultura,
los vallejos hondos por donde las aguas estancadas emergen en señal de buenaventura,
los cerros pelados sin peladillas,
las llanuras tan llanas que por ellas se deslizan las liebres en su búsqueda de sustento para sus crías,
las majadas y apriscos con ovejas y cabras siempre en ruta,
las casetas derruidas,
los camposantos con duendes y margaritas adornando las sepulturas,
los campanarios y torres de bloques de arenisca,
las horcas, tercias, ayuntamientos y casas con dos pares de yuntas,
los marqueses disfrutando en Madrid de sus fortunas,
los jornaleros hastiados de ser ellos siempre los que reciben las críticas,
las  viudas llorando y criando a sus criaturas,
los huerfanos en la casas cunas,
las putas,
los herejes de ninguna religión y menos de la suya,
los turistas con camisetas fabricadas a 10 céntimos en cualquier buhardilla,
los que aman a más de una,
las que se sienten desgraciadas y no tendrán más fortuna,
los artistas y bohemios fumando tanta hierba que sus pulmones son ya de arcilla,
los tunos con sus túnicas, capas y guitarras de madera curada entre almohadones y cunas,
tantos son ellos y ellas lo que me viene a la memoria y les trasmito por pura vocación poética
que solo me queda pedír árnica y una aspirina.
Tan repetitiva es mi pregunta
que  ahora que llueve y me siento atraído por la luna
puedo decir que Cuenca es única.

Autor: José Vte. Navarro Rubio

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