No digo la verdad.
Nunca renuncie a ella.
la historia se mueve a cada paso que damos
y lo hace a su manera.
Sin renunciar a nada
y sin atender más que a paces como panes y guerras de hambrunas tremendas.
Ni pasado, ni presente,
ni futuro,
ni otra cosa que no sea
coger de la historia sus cosas buenas.
Sólo eso me importa
en estos momentos de mi existencia
en que cada vez más los ideales se convierten en polvo estelar y en copos de avena.
Por no contar callo
de la misma forma o a la manera
que lo hicieron otros seres humanos a los que por dentro les iba la orquesta
y por fuera
todo eran
caras buenas.
La historia de España
esta hecha
a la voluntad de quienes era
desde la fe de los hombres y mujeres de esta tierra
hasta todo aquello que cabe en un baúl o en unas maletas.
Ululan en las páginas de esos libros que llenan los estantes de una biblioteca
credos y destrezas encaminadas a domar a los pequeños cervatillos y también a las hienas
y entre página y página, censura y dedicatoria con bellas letras
de vez en cuando me llegan frases como está: Nemo patriam quia magna est amat, sed quia sua,
a lo que me quedo de piedra.
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