Si la belleza existe,
belleza es ella,
la luna entre las
nieblas,
el sol que no atina a
parar su esfera en mitad del firmamento,
el mar tranquilo
con sus aguas quietas
sobre las arenas,
el río de aguas tan
limpias como turbulentas
bajando al son que le
cantan desde su ribera los juncos resecos.
Si la belleza es ella,
todo quieto queda por
unos momentos
desde el ímpetu de un
corazón
roto por la espera en un
despeñadero
hasta todo aquello
que nos llega a tiempo o
destiempo
cuando uno duerme y sueña
con aquellos otros días
de buenos recuerdos
que si nos llegan de
nuevo
vendrán envueltos
como las gaseosas caseras
en papelillos con
diferentes colores y una bandera en su centro,
para que se sepa
que el uno sin el otro
no valen ni una
insignificante moneda de cobre lanzada al viento.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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