jueves, 10 de abril de 2014

POESÍA: NO A LA VIOLENCIA DOMESTICA Y DE GENERO



El cruel mata con saña
y disfruta a su gusto. Todo la hace en un segundo
aunque lo lleva pensando toda la vida. Eso le hace cautivo
de su maldad y de sus perversos instintos.

El cruel se ensaña
y repite su gesto asesino
ya sea con la mirada, pistola, soga o cuchillo.

Ella no lo veía así
y lo perdonaba entre suspiros. Exclamaba ella "pobrecito"
mientras el asesino, a sueldo de si mismo,
se relamía al tiempo que pensaba
ya te las verás otra vez conmigo.

Binomio imperfecto
de resultado lo absurdo
la policía dice la acosó de forma perversa
y la mato sin arrepentimiento alguno.

Pero no todos piensan lo mismo,
la familia, del parricida y asesino
a veces no ven más allá de lo que una madre o un hermano ven por su hijo,
mientras el resto se lamenta y vaticinan aquello consabido
de se veía ver. Yo estaba seguro.

Visto para sentencia,
la vida así es de patética.
Desde siempre el asesino
tiene de derecho a una presunción de inocencia
mientras la víctima carece de hasta el derecho mínimo
a poder defenderse con las mismas armas, palabra y pruebas, que su asesino.

Todo duele mientras dura el juicio
y para cuando acaba,
su rapidez depende de lo atascado que esté el asunto,
solo se acuerdan de lo sucedido
aquellos que sufrieron del sabor amargo de perder a un ser querido.

Autor: José Vicente Navarro Rubio 

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