POESÍA: DE QUIEN A LAS ROSAS Y AL CLAVEL UNA POESÍA DEDICÓ

 

Abril que daría por rosas mil.
De un partido político
santo y seña
y para quien dude
de lo que aquí se comenta
tengan en cuenta
que para oler mejor
la rosa se viste de obrera
y sale a la calle
pidiendo el voto para quien siempre la llevó a su izquierda.
De un corazón
su rosa es el mejor amor,
y de una doncella
casta y bella
la rosa es su mejor prenda,
y de un enamorado
galante y bravo
su mejor presentación
un ramillete de rosas en flor,
y de una reina
en una fortaleza presa
su mejor aire para respirar
de un geranio saldrá,
y de un rey  mandón
con aires de saber más de lo que se puede encontrar
en cualquier manual
su mejor presentación
es un jardín de rosas
puesto a disposición
del huésped que en su palacio se presentó
bajo la consabida invitación,
y de un preso
en una prisión
con ventanas enrejadas
y a través de ellas el olor
de una rosa que alguien para él
al aire tiro,
y de una rosa la primavera,
y de un clavel y un rosal
agua para beber hasta saciar,
y de un ataúd
coronas con flores
de todos los colores,
y para una parturienta
todas las flores son buenas,
y para una enamorada
no hay mejor flor
que la de pasión,
y para un galán
una flor en el ojal,
y para un sentimental
una flor marchita olvidada
en cualquier lugar,
y para un enamorado
tantas rosas como se pueden sujetar
en el puño cerrado de una mano
que las quiere acariciar,
y para un bautizo
un geranio pequeño,
y para una boda
una rosa bien olorosa,
y para una comunión
un rosal sin ton ni son,
y para un cumpleaños
mil rosas regadas con vino blanco,
y para una despedida
rosas tirados a un río,
y para una conmemoración
mirar bien para quien las rosas son,
y para una despedida
cualquier rosa será bienvenida,
y para acabar
un rosal,
y para poner punto
y aparte
la sangre de una espina
es igual a la sangre que Jesucristo derramó
a sabiendas de que uno de los suyos le traicionaría para cuando un gallo cantó.
Rosas, rosas,
rosas son
por las que salgo a la calle
y por las que entono un hinmo reventón
con el cual los obreros se sentían los reyes de la creación

Autor: José Vicente Navarro Rubio