martes, 20 de mayo de 2014

POESÍA: EN ESAS NOCHES SIN SUEÑO




              I
En esta madrugada
ya casi a punto de levantarme 
para irme a mi cita con mi destino
oigo el silbido 
de la cafetera de Oroley
que conservo en mi mente
desde mis tiempos de niño.
Pero la realidad es otra 
y sin atajos les digo
que lo que suena es un despertador de origen chino.

No es domingo,
ni lo dudo.
Los domingos a mi casa llegan
con sabores distintos


Si fuera domingo
estaría hablando de otro asunto.

Son 
para desgracia de uno 
las seis de la mañana 
"en punto"
y a mí   alrededor
duermen por aquí y allá 
y en el mismo sitio
desperdigados en un universo confuso,
cada uno de los míos 
a lo suyo,
el resto, en el total incluido, 
el perro que ronca y estornuda, 
humanizado de lo lindo.

Silba
el tren de la vida
ahora detenido
en la terraza sobre la cual florecen los lirios.
            II
“Horla City y otros”
¿a saber cual será el último?.

El libro comienza
con Tita Merello, preludio,
y continua con Hollywood, meca del cine 
en sus tiempos denominado mudo.

A lo que respiro
fue en el año 1961
cuando uno
dejó las secas tierras del interior con ríos
para llegar en una fotografía en blanco y negro que llevo conmigo
hasta la ciudad que lo lanzó al mundo.
             III
Me miro y
y a lo visto
estoy hecho de trozos de humanidad
que el tiempo va colocando en su sitio justo.

Todo sale
de ese cesto de la ropa
del cual me sirvo
para vestirme todos los días de lunes a domingo.

Algo hay que no me gusta.
Entiendo que por ser mortal
nacido
con el pecado original  
 asido de la mano 
como si fuera pan duro
mi reino es este. Primero y último.
                  IV
Todo me lleva a pensar en la muerte
mientras bebo agua de una fuente
que nace justo al lado de un camino.

Casi seco el caño y su caudal mínimo
las gotas de mi existencia
no servirán para saciar la sed
de ningún otro nacido.
Mis aguas no son de mar ni de río,
ni la sed que ellas sacian
sirven para prolongar la vida
más allá de lo que está en algún lugar escrito.
                V
¿De ese coche que pasa
quién sabe cual es su destino?

La noche trasmite
las primeras noticias
de lo que el día traerá entre sus alas vestidas con los despojos que los vientos 
nos dan con sus torbellinos.

Vomita el coche que pasa 
cerca de mi terraza con lirios
pasajeros, uno a uno.
No pienso en otra cosa que no sea
en oír el rugido
del motor encendido,
trasmitiendo  un movimiento continuo
a las cuatro ruedas. Triste uno
las voces se alejan
mientras el coche se va dejando atrás humo.
                 VI
Escucho en la televisión 
un informativo
programado para no hacer daño
al gobierno de turno.
 Bajo las balas del fuego enemigo
atrincherado en el sofá me río
de esas provocaciones que a mi me pasan de uno a otro oído 
sin dejar huella alguna en mi organismo.

Ya muy cerca el enemigo
miro a esa caja de cristal
en la cual unos monigotes
se cachondean de quienes se sumerjen en ese falso lirismo
que los falsos profetas dirigen a uno.
Por lo que intuyo
están a punto
de lanzarme, si no me marcho, un aviso, 
que yo rehuyo a sentir pues no me rindo.
           VII
Ese silencio que me llena
¿se irá de mi vida algún día?

Todo lo que pienso
después resulta que lo adivino.

Sé que me levantaré
y me iré directo  a darle vueltas a un grifo.
Sé que me lavaré
desde los pies a la cabeza pasando por el ombligo.
Sé que mis dientes recibirán mas pasta
de la que llevo en los bolsillo.
Sé tanto que me aburro.
              VIII
En ese recibo que miro
solo hay  números. Abstractos ellos. Cojonudos.
Intuyo. Sé. Diluyo.
En mí nace un interés
por descubrir ese pequeño mundo
al cual nos hacemos
desde que ingresamos en ese grupo de los necesitados de recibos 
para seguir viviendo bajo unos mínimos.
                  IX
Cada vez que cojo el teléfono
escucho lo mismo..
me aburro de oír problemas
cuya solución es el cero más absoluto.
Me niego a ser
la bestia 
que arrastra el carro,
el carretero 
que reniega lo justo,
el carro 
con más carga,
no importa de que tipo.
y el camino
a través del cual todo mi ser se siente tan tremendamente a disgusto.
              X
Este libro que leo
me inspira tanto 
que me duermo lo justo.

Gracias por lo tuyo,
mientras yo quedo aquí
y por hoy
bien servido.

Espero que disfrute,
yo disfruto
para estos momentos
en que le escribo.

No sé si la carta llegará a su sitio.

El mundo de Fabian Casas
queda comprimido
en una lata de escabeche
de la cual brotan edificios
mientras en un parque junto a un arból sin frutos
la cometa de un niño se alza lo justo
para pensar que aires nuevos recorren el mundo.

Autor: José Vicente Navarro Rubio



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