En ese banco y en ese parque
y esa mirada
y esa poesía
y ese querer hacer las cosas
y esa impronta de concha de caracol
alrededor de su mejilla.
Es de día
y la diferencia con la noche
está en que no escribo poesías
pues estás llegan
cuando ya cansada el alma
y uno casi dormido de puntillas
abre la ventana, corre el visillo,
y contempla con cara complacida
a unos viejos
tan viejos que sus miradas parecen perdidas.
En ese banco de piedra,
de madera podrida,
de hierro fundido en Sagunto en tiempos de al autarquía
se sientan los jóvenes
para liarse como quien así mismo se lía
eso que llaman porro
y es capaz de cambiar de golpe la vida
de quienes se sienten abatidos
y casi en la flor de sus vidas parecen palomas heridas.
Hora de dormir y hora de partida,
hora de renacer y hora maldita,
hora en un reloj, hora en la pared que EL sol marca con una linea.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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