Ni ocho,
ni siete,
ni seis,
ni cinco,
ni cuatro,
ni tres,
y como le tomo el gusto,
ni dos, ni uno.
Ahora a ver
después de estrujarse los sesos con este asunto
lo que viene a pensar
y como le saca las astillas al tarugo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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