Sobre una barra de bar
esta brilla.
En ella el acero
y en ella perdida la mirada de quien bebe café
sorbo a sorbo,
sin prisas.
Ausencias de otros días.
Sólo el instante
como si fuera medicina
sirve para endulzar
eso que se llama rutina
con café tan negro como la propia vida.
Son las ocho de la mañana
y en la barra y sin prisas
el café ya no humea
quizás sea culpa de esa paciencia infinita
de los bebedores de café
y de los repartidores de melancolías.
¿Quién diría?
Ya tenemos la pregunta
¿Qué?
se escucha
Ya tenemos la polémica servida
de quienes sobre una barra juegan entre risas
a ven quien acierta de que va esta poesía.
Cocinando preguntas
y resolviendo dudas.
llegó
también Ortega y Gasset ejerció de profeta de la palabra cuando escribía
a observar como el café a sorbos y sin azúcar
continua siendo tan negro
como el contenido de ciertas preguntas,
entre ellas elegidas:
¿Cómo va España?
¿Y a usted?
¿A que partido político votará?
¿A quién no votara nunca?
Sobre la barra
ya la cabeza introducida
en el seno del acero ese que brilla
alguien se pregunta
¿a que santo se calienta la mollera a poco de salir el sol a dar los buenos días?
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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