martes, 17 de junio de 2014

POESÍA: DANDO CUERDA Y A BUEN RITMO



1)
No fue la partida
lo que más le hizo llorar por su hijo,
fue el saber que se marchaba
porque allí no había futuro.

En aquel pueblo y en aquel siglo
nacían las hijas y los hijos
a espuertas como si fueran de higos.

Se ve que el abono era bueno
y que por aquellos días llovía de continuo
sobre el corazón de las mujeres,
sobre los labios poseídos,
sobre el sexo
ya fuera verano vencido
o invierno intuido
y el mundo estuviera o no corrompido.

Todos estaban pendientes
para los momentos referidos
de que las cosechas de todos los siglos
llegaran como besos
y llevaran en su seno escondido
la dulzura del amor
de quienes llenaban las espuertas de higos

2)
En este parque, en Patraix,
en un día que cae
como si fueran uvas desprendidas de su racimo
piensa uno
en lo que hizo
a lo largo de esos años que van
desde que fue niño
a los que ahora tiene
sin haber hecho a la vida ningún guiño.

Todo pasa
mientras uno se mantiene tranquilo.
Pasa el tiempo
y por el paseo llega un viejo amigo
tan encorvado
como la hoz con que se segaba el trigo.
Nada hago ni nada digo
mientras de reojo miro
y me respondo a mi mismo: Para morir nacimos.

3)
Leo que no hay peor odio
que el de un ser muy querido
pues por ser odio
y llevar tanto veneno en su interior introducido
mata lo justo,
poco a poco,
como si fuera un martirio.
La historia de los pueblos
conoce mucho de esto que les digo
y si no me ha entendido
pasemos página y vayamos a otro asunto.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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