Era la isla desierta
y en ella viejas piedras labradas
por el hombre y por la técnica, por la paciencia y por la maña.
¿Quizás llegó un barco cargado de baratijas y plantas?
¿Quizás fueron los fenicios
los que dejaron esas marcas sobre la piedra que se hundió en sus sandalias?
Los vientos me llevan entre bonanzas
y en lo más profundo del mar
como si la tierra emergiera entre lágrimas
se contempla un islote de playas blancas
en las que se ve relucir conchas como si fueran esmeraldas.
Argonautas ellos y guerreros con corazas, escudos y espadas
profanaron los lugares
de esta tierra tan bien por el tiempo tratada.
¿Quien pudiera ser en esta isla abandonada
rey de los acantilados y pescador de sirenas para los momentos de nostalgias?
En ese mar
y para cuando el tiempo marca borrascas
la isla se desvanece
y como si en ella no hubiera nada
desaparece de mi vista para cuando me alzo de la cama
con la mirada puesta en un reloj que marca las 6 de la mañana,
hora esta de España.
Todas las islas juntas
con sus historias y grutas vacías de tesoros y piratas
se contemplan en ese mapa
dibujado en las tapas de un libro que lleva por título: "La isla del tesoro". lectura de mi infancia.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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