domingo, 15 de junio de 2014

POESÍA: ENTRE ORÁCULOS Y PITONISAS



1)
El dulce de este día
no necesita para ser tragado de más saliva.

El dulce es la propia vida
con la poca o mucha suerte
o quizás todavía, con lo que te dejan los que nos dominan.

Un domingo cualquiera
uno se hace preguntas
y algunas de ellas
como a todos los mortales le preocupan,
sobre toda aquellas, son muchas,
para las que no hay respuestas precisas.

Por eso hay horas
que forman más parte de nuestras vidas.

A las siete de la mañana
es una buena hora
para alzarse de la cama con las ideas muy bien definidas
para acudir a esa cita
con el trabajo que ocupa, inadecuadamente, gran parte de nuestras vidas.

El reloj continua
caminando a ciegas. Allí se queda sonando a música de despedida

2)

Goya pintó su locura
a golpe de bayonetas
y de tiro entre las cejas
a milicianos que se creían
que aquello de España era cosa suya,
mientras los franceses comían mandarinas.

A Goya se le iba
como cuando tiras de la cadena y algo tuyo se va camino de la alcantarilla
ese mundo interior
en el que tanto creía.

Amó con locura
a una duquesa muy querida
a la que le pintaba la cara todos los días,
maja suya fue
y posó desnuda, siendo favorita y querida,
reina sin reinar
muerta, ¿asesinada? y aborrecida.
por quien desde una ventana
con un águila encima
sonreía para ese día
en que caballos y carrozas marchaban de cortejo en fúnebre despedida.

3)
Se columpia la belleza
en su propia hermosura
y muere el día al salto de bandoleros que se llevan lo que otros tiran.

Azafata y ceniza,
colores con mucha melodía,
la belleza no engaña pues es posesiva
y no entiende de más teorías
pues ella no se hizo asimismo musa.

Siempre en la vida
hubo una belleza que pasó a la historia
por alguna tontería
mírese el caso de Josefina o de Cleopatra mordida
por una serpiente después de ser muy amada y querida
o la mujer del Cesar o la mismísima Pitonisa que le dio a Alejandro Magno odio a mano partida.

4)
Mira el perro
a través de un cristal que no transpira,
le llega cual música
el sonido de unas palabras
que le resultan agradables y amigas.

Inquieto el animal
me mira,
sabe de mi existencia que le estimula
y entre otras cuestiones propias de la parapsicología,
mientras respira
el perro se muestra noble
y no inquieta aunque fijes en él la vista.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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