martes, 1 de julio de 2014

POESÍA: EN GRANADA PASÉ UNOS DÍAS



No crean ustedes que es la ira,
ni que es la palabra vacía
la que ahora me llama,
es que estuve en la Alhambra
y después de ver esa maravilla
todo lo que diga es poco y por eso me mantengo en la línea
de ser prudente y no meter la pata
más de lo que la prudencia más casta indica.

A pocas horas de pasar por Granada
todavía queda en uno la dicha
de poder exclamar ¡que maravilla!,
por ello y muchas cosas
y más que me callo en este día
uno se reafirma
en aquellos postulados que indican
que España es única.

La Alhambra se me viene encima
con sus jardines y palacios
con su agua viva
y con su austera melodía
a historias pasadas
que en las salas de los palacios se respira
con solo mirar alrededor
y comprobar como todo gira
entorno al Dios que sea y a quienes vivieron en completa armonía
con el entorno más cercano
y con esa ciudad que a sus pies rendía pleitesía.

Por el Paseo de los Tristes
se me fue la sonrisa
pensando en aquellos poetas
que sin abrir la boca escribían
la grandeza de lo que veían
y al llegar, que siempre se llega,
a esos miradores de águilas fugitivas
uno se encuentra que delicia,
aun sin querer ni pensar
lo que se le viene encima
con la Alhambra que resucita,
ya se a la luz del alba que todo lo convierte en bellas melodías
o al ocaso del sol
sobre esos torreones de princesas en sus días cautivas.

Recorrer Granada es una delicia
y más mezclarse con sus gentes
tan bien educadas y dignas
de ser herederos de un tesoro
que por no tener precio no hay arca alguna
capaz de guardar el oro suficiente para comprar esta ciudad de Granada
a tiro de quien hasta ella se decida a llegar para sentirse hijo o hija suya.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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