martes, 2 de septiembre de 2014

GEOGRAFÍA DE UN ESPACIO: DOMINGO Y NO DE RAMOS.


             I
Geografía de un espacio
lo que crees no existe. Insensato.
Solo encuentras
lo que no buscas, aquello de lo cual huyes,
la palabra
como invento,
la sílaba
como parte de un conjunto de harapos,
el soplo de aire
que atiza las penas
en la chimenea de los humos opacos
atizando las penas
a ti, ser humano,
que te columpias
con aquello que has leído
y disfrutado, recordando,
lo que has sido y eres y lo que te queda de seguir pensando.

                  II
A la tarde no le vengas
reclamando o rogando, 
a la tarde no le vengas con asuntos mal en el entendimiento guisados,
pues la tarde no es para que le cuentes tus fracasos.

En la tarde cae del árbol,
que por encima de mi cubre con sus ramas mi cabeza, tronco y brazos,
pequeños frutos con sus granos
que se comen las palomas
como si fuera pan tierno del día amasado a mano.

Pican y pican.
Comen casi de mis manos
las palomas que se abalanzan sobre el duro asfalto
para llenar sus buches de restos orgánicos.

                   III
Salir a la calle y mirar
al pobre parado a su aire abandonado,
al enfermo crónico
en un banco contando
sus peripecias en un hospital
en el cual le han reclamado
aquello por lo que trabajo toda su vida para ser un respetable anciano,
al estudiante que no sabe para cuando
le vendrá esa beca sin la cual se murió la Erasmos.

En la calle huele a carburante quemado,
facturas falsas y políticos desmadrados
para quien los % son un gran, de la ciudadanía, regalo.

La calle es el escaparate de lo que nos está pasando,
mucho y malo
a pesar de que se diga, por activa, que estamos saliendo del atasco.

                   IV
Y vuelve a ser
la sal en la comida,
la paja en el ojo
de su enemigo más encarnizado,
el padre que todo lo permite,
el sensato,
el que arremete como un astado,
el que no cesa,
el que se siente rayo,
y vuelve a ser
entiendo yo por muchos años,
el de siempre sin más hartazo.

                  V
Nos nace el mundo,
día a día
y a pedazos,
que poco a poco
se van amontonando.
Nuestra vida es
como la de aquel amo
que piensa en ti
como si fueras un esclavo
comprado en una plaza
en la cual se vende todo lo que tiene precio en el mercado.

              VI
Como quiera que hasta este parque
en el cual ahora te estoy hablando
solo se acercan de vez en cuando
palomas muertas de hambre
que terminan esparramando
sobre el suelo lleno de grano
su cuerpo convertido en reclamo
de aquellas otras palomas
que llegan para comer de lo que cae en su pico acostumbrado a las sobras de los humanos.
Como quiera me espanto.

              VII
Quien anda alerta,
al agua a su paso, al asesino cuando aprieta con sus manos,
al viento moviendo las hojas de los árboles angustiados.
Alerta el que anda
al enemigo taimado, al amigo de aquellos perdidos años,
al sueño que se va despertando,
a la vida con sus encaños de años echando días por todos los lados.


Autor: José Vicente Navarro Rubio

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