miércoles, 3 de septiembre de 2014

POESÍA: ENTRE RABIETAS DE NIÑO

                     I
No te extrañe que la noche sea larga
como las alas de un ave de rapiña.
Ni te asustes si oyes decir
que en los comienzos de la madrugada
cuando los sueños son tan profundos
como el llanto desnutrido de un niño
se oyen lamentos.
No te asustes,
no te des por vencido,
que todo en la mañana
hasta el sonido
del viejo reloj
en una hora determinada detenido
puede convertirse en tu enemigo.

                 II
Y digo
con ese poder del cual yo mismo me invisto
que todo a lo visto
puede formar parte de ese conjunto unívoco
al que recurrimos
para darnos a entender
que sabemos de que va este asunto
de dar vueltas a la noria
que nos sirve de tormento gratuito
en eso de hacer siempre lo mismo.

                 III
He vuelto a la noche que no duerme,
al pesado silencio
que se construye en un segundo
convertido en aire
tan caliente y pesado que al respirarlo me produce en mi boca murmullos.
Naufraga la noche
sin más navío
que el que navega por el mar de los lirios.

                   IV
No se si volverán las palomas
al columpio de cuando era niño
para poner cordura
a estas cosas que escribo
entre escopetazos y tiros
como si la mañana se fuera a ir con la erupción de un Vesubio.

            V
Tal vez sea ahora
el momento oportuno
de olvidarse uno
de aquello que solo le sirve
para sentirse a disgusto
no con lo que fue,
ni con lo que ha sido,
sino con la vida misma
por repetirse como si fuera siempre la misma página de un libro.

           VI
Voy, transito,
de puntillas y el último
por la noche áspera
de la piel esa suya de membrillo
entre sueños impertinentes
sin no más ayuda
que la que da un reloj
que de forma repetitiva
entre rabietas de niño
se viene a decir sin habérselo yo pedido
la hora en que estoy, entre graznidos
de ese pajarraco con que se construyo su sincronizado mecanismo.

              VII
Sobre la tierra misma,
no hay tierra gratis para ser alguno.
Crece la mala hierba
que en algunos corazones
encuentra su cobijo.
Grama verde
del color del olivo
sobre la tierra misma
que algún día nos dará descanso y cobijo.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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