En el paseo de aquella playa
ya en en el recuerdo
eramos soles ardiendo y los deseos
puntos pequeños
que se iluminaban por dentro.
En aquel paseo, junto a la playa,
rompiendo el agua su bravura
contra el hormigón convertido en queso,
todos a una y cada uno a su encuentro
con la tarde que se trae
el frescor de los recuerdos
y la ternura de otros días bien condimentados entre besos.
A dónde irá el hombre que andando espera que el reloj indiqué la hora en punto
y con ello el momento de emprender el regreso
a las cuatro paredes vacías bajo el mismo techo
que el dolor que le oprime por dentro.
A dónde irá
esa tonelada de versos
que dejados caer pueden romper el tiesto
donde la rosa se abre y nos da ese olor perverso
a carne que se rompe entre los dedos.
Cómo llamar a todo aquello
que uno ve en el paseo
de una playa remonta que en los otoños se convierte en alameda de árboles muertos.
Avanza la memoria
entre profundos abismos y agujas de acero
que detienen los recuerdos
por miedo a que destapen de aquel paseo
sus escondidos sentimientos.
Flor de un día. Cocinado alimento
en los fogones de una cocina y en el paisaje abierto
feroz desierto
entre mudeces y anocheceres
que veo cuanto más me acerco.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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