domingo, 7 de septiembre de 2014

POESÍA: TARDE DE NEGROR EN EL CIELO

No es la palabra la que resuena como un eco,
no es en ello
de la cuerda de un violín su nota más perfecta, el lamento.

Es el trueno
el que desencadena la tormenta
que nos llega casi corriendo
para los momentos
en que el cielo se pone negro
y le viento retraído dentro de una burbuja de hidrógeno se queda tan quieto
que la luz
sobre las montañas se convierten en un espejo.

Retraído y con mucho celo
se va vistiendo el cielo
de ese color tan de duelo
que ya quisiera para si mismo
el cementerio
poder decorar sus días de entierros
con ese escaparate que le viene al pelo.

Y ahora qué. Para este instante
el sonido del aguacero
es como la limonada que cae de la jarra al vaso y del vaso al cuello
para descender por los interiores del cuerpo. Buen provecho.

Borra toda la huella el viento
y el suelo a la espera queda
de ese regimiento de aguaceros
tan distraídos y locos
y tan del cielo
la cortina que separa el interior del firmamento
que cayendo
devolverá la vida a todo aquello
que espera el agua como si fuera de todos los alimentos el que más llena el cuerpo.

Para cuando un hombre mira el cielo
ten por seguro que detrás de la mirada
vendrá el recelo de acertar en aquello:
de que hay que ponerse a cubierto.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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