Miserable fue su vida
chupando como una sanguijuela inmunda
de las arcas públicas.
Chulo de los que demuestran su odia
haciendo gala
a poco que se le ha puesto
un micrófono a la altura de la barbilla
de tener la vida resuelta
y por eso hablar sin miedo
a lo que de él se diga.
Mal asunto
el de este energúmeno
vestido a la guisa
con corbata y planchada camisa
mientras a su alrededor
el drama se respira.
Ni un minuto más de su vida
debería
,señor de la resuelta,
ella,
su vida,
estar al frente de eso que tanto nos preocupa.
La sanidad pública necesita
de defensores
que sientan de verdad
esa justicia
que se crea
con el fin de servir por igual a todas las criaturas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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