lunes, 24 de noviembre de 2014

CALLJERO POÉTICO DE L'ALCÚDIA: VICENT ANDRÉS ESTELLES


Vicent Andrés Estellés

Es de la tierra el hombre
que con su lucha completa
la conciencia
de otros seres 
que de sus lecturas se llenan.
Y el hombre y la tierra
y con ellos la epopeya
de a golpes de azada
y de palabras corriendo por una libreta
crear una historia tan bella
que no hay patria ni naciones 
que no se sientan
tan bien amadas por un poeta.
Con la luz que entra
la estancia revienta
de esos cánticos que Vicent Andrés Estelles
expresa
para que las gentes sepan
que existe un lugar
en la alacena de la conciencia
para ser como las estrellas
libres
de todo aquello que aterra
nuestra existencia.
Va esta poesía por el poeta 
de las calles 
y de las escuelas
con esa leyenda que dice sin asperezas, 
Vicent Andrés Estelles: poeta.

Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio

Vicent Andrés Estellés (Burjassot, 1924 - Valencia, 1993) es considerado el mayor poeta que ha dado el País Valencià [País Valenciano] desde el siglo XV. Estellés aportó a la poesía un lenguaje directo, sencillo y épico. La muerte y, como contraposición, el amor en todas sus manifestaciones, como la sexualidad, son temas recurrentes en su obra.


Vicent Andrés Estellés fue el gran renovador de la poesía valenciana del siglo XX. Poeta infatigable, escribió una vastísima obra de más de 50 títulos y recorrió los grandes temas de la literatura, desde la muerte hasta el amor, pasando por el hambre, el sexo y la guerra. A la lírica de la década de los años 50, aportó una propuesta poética original. Su lenguaje era directo y sencillo, narrativo y épico. Además, incorporó, de manera testimonial pero también crítica, la realidad personal y colectiva de posguerra.
Este poeta valenciano empezó escribiendo teatro, como ‘Oratori del nostre temps’ [Oratorio de nuestro tiempo], pero la mayoría de su obra se acabaría centrando en la poesía. No obstante, publicar en catalán en plena posguerra no era nada fácil. De hecho, su primer libro de poemas, ‘Ciutat a cau d’orella’ [Ciudad al oído], no apareció hasta 1953. Tres años después publicó el que se convertiría en uno de sus primeros éxitos, ‘La nit’ [La noche], donde la idea de la muerte ya estaba muy presente. Aquel mismo año había muerto su hija de pocos meses. El poeta no disminuyó su ritmo creativo, pero publicar era, en aquel momento, muy complicado y, en los 14 años siguientes, sólo sacó dos libros: ‘Donzell amarg’ [Doncel amargo] (1958) y ‘L’amant de tota la vida’ [El amante de toda la vida] (1965).
En los años 70 llegó su eclosión, gracias a la mano hábil del escritor Joan Fuster, buen amigo suyo, y el ingenio del editor Eliseu Climent. Aparecieron ‘Lletres de canvi’ [Letras de cambio] (1970), ‘Primera audició’ [Primera audición], ‘La clau que obri tots els panys’ [La llave que abra todas las cerraduras] y ‘Llibre de meravelles’ [Libro de maravillas] (1971) –este último, un ‘best-seller’ poético–, y los siguieron ‘L’ofici de demà’ [El oficio de mañana] (1971), ‘L’Hotel París’ [El Hotel París] (1973) y ‘El gran foc dels garbons’ [El gran fuego de las garbas] (1975), por citar sólo algunos. Gran parte de estos volúmenes habían sido escritos en los años 50 y 60. Después vendría el inicio de la edición de las obras completas, que culminaría en 1990, con la edición del décimo volumen, ‘Sonata d’Isabel’ [Sonata de Isabel], en homenaje a su mujer. Paralelamente, le empezaron a llover los reconocimientos, como el premio ‘Lletra d’Or’ de la literatura catalana y el ‘Premi d’Honor de les Lletres Catalanes’. En 1979 recibió el homenaje de su pueblo natal con la colocación de un busto que sería atacado por radicales fascistas y antivalencianos. Desde 1973, la ‘Nit dels Premis Octubre’ convoca un premio de poesía que lleva su nombre.
Estellés estaba muy vinculado a la ‘Nova Cançó’ y este hecho ayudó a popularizar su obra. Participó en numerosos recitales por todo el territorio catalán y su poesía fue adaptada por cantantes como Ovidi Montllor, Maria del Mar Bonet, Raimon, Lluís Llach, Pi de la Serra y Al Tall, entre otros.
El poeta era hijo de una familia humilde y en muchos de sus versos recuerda de manera amable y respetuosa a sus padres y su hermana, Carme. Su familia, de hecho, queda reflejada en ‘Horacianes’ [Horacianas]. En el conocido poema ‘Coral romput’ [Coral roto] también titila la inocencia infantil.
La muerte está muy presente, casi de manera obsesiva, en su obra. En ‘El oficio de mañana’ y ‘Coral roto’ recuerda las muertes familiares que marcaron su niñez: las del tío Josep Maria y el abuelo. A la muerte contrapone el amor, a través de múltiples manifestaciones, como puede ser una expresión directa de la sexualidad o la exaltación del erotismo como una fiesta de los sentidos.
Estellés empezó de muy joven a trabajar de panadero con su padre, y a alternar este oficio con otros trabajos. Sin embargo, pronto se decantó hacia el periodismo y, en 1948, entró a trabajar en el diario ‘Las Provincias’. Treinta años después, en 1978, fue cesado, con una prejubilación repentina. Tan sólo tenía 54 años. Desde el mismo diario contempló la virulenta campaña antivalenciana, que tuvo como dianas a otros escritores como Fuster o Sanchis Guarner. Contra algunos de los siniestros personajes del diario disparó los versos más envenenados de las ‘Horacianas’, donde disfraza a los enemigos contemporáneos de personajes de la Roma imperial.
Uno de sus libros más destacados, ‘Libro de maravillas’, se convirtió en el gran poema de la posguerra. Estellés lo escribió entre los años 1956 y 1958 y a través de sus versos recrea los primeros años de la dictadura. Es un gran canto a Valencia y los pueblos de la Huerta en un contexto extremadamente difícil. Para hacerlo, tomó objetos, personajes y rincones de la realidad tangible para convertirlos en un artefacto poético poderoso y efectivo. El poeta utilizaría este método a lo largo de su obra: recreaba su mundo más cotidiano, sin renunciar a los aspectos más vulgares, hacía una crónica social e inventariaba los personajes y acontecimientos, que iban siempre de la mano de sus autores predilectos.
La pluma de Estellés mezclaba con mucha habilidad los clásicos latinos como Horacio, Ovidio, Catulo o Virgilio; los catalanes, como Jaume Roig, Ausiàs March o Jordi de Sant Jordi; y los extranjeros, como Baudelaire, Pavese, Ungaretti, Neruda y Quasimodo, con las más profundas raíces populares, el catalán de la calle, aprendido en la Huerta, su origen vital. El poeta recogía en sus versos aspectos políticos y cívicos y experimentaba con las formas y la lengua.
La manera de narrar de este poeta valenciano era, según Joan Fuster, ‘subjetiva y dislocada’. El tono que utilizaba era el propio de una confidencia íntima, acompañada por un ritmo poético siempre latente. Estellés era un hombre apasionado que narró, a través de la poesía, el horror de la guerra, la muerte concreta de la infancia y la juventud, el hambre, la degradación colectiva de todo un pueblo, las persecuciones, la rabia, la impotencia, la alienación, la incomunicación, el erotismo... Sus versos son también un grito de esperanza y lucha, porque el poeta a menudo asume un sentimiento cívico colectivo.
Sólo dos días después de la muerte de Franco empezó a escribir ‘Mural del País Valencià’, una obra colosal de más de 2.000 versos (60 libros) que retrata con esperanza a los personajes, el paisaje y la historia de todos los pueblos valencianos.

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