lunes, 1 de diciembre de 2014

CALLEJERO POETICO DE L'ALCÚDIA: (VILAR MIRALLES)


Demosle el honor
que se merece
por ser  el primer director
de las obras de construcción
de ese templo parroquial
que luce en l'Alcudia
más que el  sol.
Todo comenzó 
para el año del Señor
de  1746 y a fe que todo  se acabó
dando gracias al Señor.
Cuatro palabras al lector
pues así lo requiere la ocasión.
trabajo,
dedicación,
pasión
y amor
es lo que demostró
Villar Miralles, director,
al que la mano 
del Todopoderoso  Dios
en 1751 de este mundo lo separó.

Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio


La Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol constituye una de las mejores y más representativas muestras del clasicismo barroco valenciano del último tercio del siglo XVIII combinando armónicamente clasicismo en las trazas de planta y alzados, barroco en los detalles decorativos del interior y una fachada precursora del neoclasicismo ilustrado de final de siglo. Es una importante construcción de planta rectangular perfecta de 50 x25 metros, llegando a alcanzar la clave de la cúpula la altura de 33 metros y su esbelto campanario de 55 metros. Su construcción tuvo dos fases bien definidas. La primera comienza en el año 1746 bajo la dirección de José Vilar de Miralles, continuando a la muerte de éste en 1751 Pedro Ximenez hasta 1758 y acabándola Juan Bautista La Piedra en 1767. Se edificó por motivos de economía, desde el presbiterio hasta los dos tramos inmediatos al crucero. La segunda fase comenzó en 1769 y estuvo a cargo de Antonio Gilabert, director de la Academia de Bellas Artes de Valencia quien realizó las dos últimas crujías en las que respetó el diseño interior, no así en el campanario y en la fachada donde introdujo postulados neoclasicistas. Fue finalizada en 1783, aunque las obras de la fachada prosiguieron hasta el siglo siguiente, no siendo del todo concluida, al dejar las hornacinas vacías y sus capiteles sin labrar. La planta es de cruz latina inscrita siguiendo el modelo jesuítico del Gesú de Vignola, en Roma, y generalizado a principios de siglo por las iglesias de Santo Tomás o de San Sebastián, ambas en Valencia. Otras iglesias que recogieron este modelo son las de San Lucas en Cheste o la iglesia de la Natividad de Turís (Valencia). Dispone de capillas laterales comunicadas entre sí y cuya profundidad se equipara con la del crucero según consejo del Arzobispo Mayoral al arquitecto autor de las trazas José Vilar. Se cubre con una bóveda de cañón tabicada con lunetos, reforzada con arcos fajones que dividen en cuatro tramos la nave desde los pies hasta el crucero. Los arcos fajones transmiten verticalmente el empuje a unas pilastras de orden corintio con fuste vertical rehundido apoyadas en sólidos pilares. El entablamento que se quiebra según los resaltes marcados por las pilastras, posee un arquitrabe dividido en bandas horizontales, friso liso y denticulado y cornisa, alterado solo en el frente del presbiterio donde aparecen unas ménsulas bajo la cornisa. Las capillas claustradas siguen el modelo similar al de las iglesias de Santa María de Oliva y Alcalà de Xivert. Aquí son tramos cuadrados cubiertos con cúpula ciega sobre pechinas, las situadas junto al transepto son de base octogonal, las restantes de base circular. Estas cúpulas quedan ocultas bajo la techumbre, no manifestándose al exterior. Se comunican éstas con la nave central por medio de los arcos de medio punto sobre impostas. Amplios arcos, abiertos entre los contrafuertes, permiten el paso a través de las capillas laterales. En el crucero, la cúpula sobre pechinas se alza apoyándose en cuatro arcos torales, posee un pequeño tambor con entablamento igual al que circunda al templo y sobre éste cuatro pequeñas ventanas que proporcionan luz, con ámbito precedido de verja de hierro. La media naranja, de 11 metros de diámetro, está surcada por dieciséis nervios pareados y trasdosada y cubierta con teja azul de Manises. El presbiterio está formado por un tramo rectangular y cabecera semicircular inscrita. Aunque la estructura arquitectónica mantiene su trazado original, el aspecto ha cambiado tras la destrucción de la Guerra Civil de 1936-39. El conjunto, junto con el retablo mayor, se completaba con un grandioso tabernáculo cuyas columnas salomónicas corintias sustentaban una cúpula rematada por un Agnus Dei. Sobre el zócalo en que se alzaba este templete, dos imágenes de ángeles de tamaño natural lo flanqueaban, custodiandolo. A los pies del presbiterio, la sillería del coro y los facistoles con la imagen de un crucificado mostraban un conjunto mucho más ampuloso que el actual. A los dos lados del presbiterio se abren dos salas rectangulares, la sacristía a la izquierda y a la derecha la capilla de la Virgen de Oreto o de la Comunión con camarín en su cabecera, con accesos desde el presbiterio y desde el transepto. La fachada fue construida en torno al año 1780 con ladrillos dispuestos a rompejuntas utilizándose la piedra solo en portadas, capiteles de las pilastras o cornisas, según modos constructivos tradicionales. La composición responde al modelo vignolesco derivado de la iglesia del Gesú, ya seguido en la iglesia de Santo Tomás de Valencia. De dos pisos de desigual altura, la fachada se compartimenta por órdenes arquitectónicos, corintio en el primero y dórico en el segundo. La diferencia de anchura de los dos cuerpos se compensa en los extremos por medio de dos volutas de base recurvada. La división en vertical con cinco espacios en el cuerpo bajo y tres en el alto, se hace mediante pilastras pareadas en la calle central y en los extremos siendo simples las intermedias. En esta iglesia sin embargo Gilabert cambia la disposición de algunos elementos del modelo en función de una mayor ortodoxia clásica. Es el caso del característico motivo del arco segmental, situado en el basamento del segundo cuerpo de la fachada, abierto en su base y dando cobijo a la portada retablo de la iglesia. Este motivo de origen dellaportino y utilizado profusamente en las iglesias derivadas de Santo Tomás de Valencia, aquí desaparece para transformarse en un discreto frontón curvo, ortodoxamente dispuesto sobre una cornisa continua. Idéntica actitud se aprecia en las portadas o en el recto frontón del segundo cuerpo, donde el modulado lenguaje de los ordenes clásicos adquiere protagonismo absoluto, en detrimento de aditamentos decorativos. Esta interpolación de incipientes criterios neoclásicos en una composición basada en modelos clasicistas del pasado barroco es la que imprime a esta fachada ese peculiar carácter de compromiso entre los viejos y nuevos principios arquitectónicos, erigiéndose en exponente de las vicisitudes y contradicciones que configuraban los años iniciales del academicismo ilustrado en tierras valencianas. La torre campanario, comenzada a construir en fechas similares a la fachada se concluyó en el año 1783. Su composición repite con leves variantes el modelo de la iglesia de Santo Tomás de Valencia, principalmente en el remate del cuerpo de campanas, con lados diagonales y templete de teja, aunque los cuerpos de su caña presentan una mayor geometrización de su superficie dividida en paneles cuadrados rehundidos. Apenas acabada su construcción, la torre debido a un fuerte temporal de lluvias, sufrió una leve inclinación hacia el lado de la fachada, la cual se mantiene en la actualidad. Ente 1759 y 1767 se procedió al acondicionamiento de la mitad de la iglesia hasta entonces construida. La capilla de Nuestra Señora del Oreto constituyó el primer espacio donde se actuó. En 1762 se contrató a José Vergara la pintura de las cuatro pechinas y de los dos óvalos de las puertas laterales. Para éstos se eligieron los temas de Las Bodas de Caná y La Última Comunión de la Virgen (desaparecidos) y para las pechinas de la cúpula cuatro mujeres celebres del Antiguo Testamento que prefiguran a la Virgen y sobre las puertas laterales al altar pintó las efigies de la Virgen María y el Salvador. Vergara concibió para la nave y la cúpula una decoración mural al fresco con escenas del titular del templo, el apóstol Andrés basadas en el Nuevo Testamento, tradiciones piadosas y en la Leyenda Dorada en la que se reproduce un libro apócrifo del siglo III sobre los Hechos de Andrés. José Vergara también realizó dos frescos a las entradas de la Sacristía y de la capilla de la Comunión, independientes de la vida del Santo, con escenas alusivas a la Santidad en el sacerdocio y a la grandeza del Misterio Eucarístico. Junto al clasicismo del recinto se combina la característica decoración de interiores de estilo rococó. Se trata de una reiteración de la rocalla y molduras que enmarcan las pinturas al fresco de Vergara adoptando las curvas sinuosas del rococó. Aparecen también elementos vegetales y propios de la iconografía de San Andrés, contrastando sobre el color blanco de la pared. Fueron obra de Salvador Marqués y su hijo Mariano. La capilla de la Virgen de Oreto también cuenta con un magnífico zócalo de cerámica valenciana del momento con motivos alusivos a alegorías de Cristo y María, enmarcados en exuberantes cartelas de rocalla formadas por flores, palmas, espigas de trigo y racimos de uvas, símbolos marianos y eucarísticos. (C.Pérez-Olagüe)

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