lunes, 8 de diciembre de 2014

CALLEJERO POÉTICO DE L'ALCÚDIA: DANÇADORS




Danzadores de l'alcúdia
para la entrada
que siempre para fiestas llega
recorriendo las calles
camino de la iglesia.
L'Alcúdia danza en fiestas
al son de las buenas letras
pues tienen ellos
esa gracia especial que por aquí se conserva
en medir sus fuerzas
plancha que plancha
y pega que pega.

Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio


Funte: http://www.casinodeortigosa.com/

A lo largo de la historia ha habido épocas en las que estas danzas rituales han sido prohibidas. La más significativa prohibición ocurrió durante elreinado de Carlos III; en 1777 se promulgó una Real Cédula sobre
disciplinantes, empalados, cruces de mayo y bailes en el interior de las iglesias.En ella se prohibió de modo taxativo la ejecución de las danzas tradicionales dentro de los templos, al igual que en otras épocas lo hicieran en diversas diócesis los prelados con el fin de zanjar los numerosos abusos que, al parecer, se sucedían en multitud de ocasiones. Pese a todo, las danzas se han ejecutado y se ejecutan en espacios abiertos, donde marca la tradición, de acuerdo con los recorridos establecidos en sus actuaciones, y también se baila  en el interior de los templos parroquiales y en las ermitas y santuarios,
igualmente en los momentos tradicionalmente señalados. 

Por regla general suelen ser varones los protagonistas de las danzas rituales, siendo casi nula la presencia de la mujer. Ello es debido a las reiteradas prohibiciones de la Iglesia en este sentido, que impedían a las
mujeres participar en este tipo de actos.

El número de danzantes suele ser ocho, aunque hay veces que son doce, seis o cuatro. Cuando están en formación, los que ocupan los primeros puestos en las dos filas que se forman reciben el apelativo de guías.
Habitualmente, el grupo lo completa un personaje que asume el papel de director de la danza, con distintas denominaciones, según los pueblos: alcalde o maestro de la danza, zarragón, zurronero, zorramoscas, zurrimoscas, cachiberrio, cache, bobo, zurraguero, zarrón, zorra, porra, zángano, rector o  botarga. Su misión no termina en el adiestramiento de los danzantes, sino que abarca también la dirección de la danza y el estar pendiente de que ésta se ejecute con la comodidad necesaria para los danzantes, impidiendo que la
gente se les acerque demasiado y les interrumpa. Su indumentaria suele diferir de la de los danzantes, siendo por lo general estrafalaria, dado que al papel de rector y supervisor de la danza, se le sumaba el de gastar bromas al público, golpeando con su vara a quienes se acercaban a los danzantes.
Por lo que respecta a la indumentaria usada por los danzantes hay que decir que fue y es muy similar en todos los sitios, aunque siempre con algún elemento diferenciador. En general se caracteriza por cubrirse la cabeza con grandes gorros de flores o pañuelos atados a un lado y cayéndoles las puntas; camisa blanca con cintas o mantones de manila, a modo de banda sobre el pecho o atados a la cintura. Visten faldas cortas o faldellines de color blanco o rojo, almidonados y adornados con tiras bordadas y cintas de colores. Debajo
se cubren hasta la pantorrilla con pololos del mismo color, así como las medias y zapatillas. En algunos sitios la falda corta se sustituye por unos calzones cortos ajustados hasta la rodilla.
Hay danzas específicas para rendir homenaje a los santos o a la custodia en el instante en que efectúa la salida del templo, junto a las puertas del mismo. Hay también danzas sólo realizadas durante la procesión,
discurriendo los danzantes por el trayecto que sigue la misma, generalmente dando la cara al trono o paso que porta al santo en cuyo honor se baila. Y, por  último, hay danzas que se ejecutan en un espacio concreto, que habitualmente es una plaza o un lugar señalado en el recorrido procesional, aunque habitualmente se efectúan fuera del contexto de las procesiones, teniendo un carácter de muestra. En tales casos, los bailes no suelen realizarse en presencia de la imagen del santo en cuyo honor se realizan.
El hecho de tener documentada una danza desde hace siglos no implica que la música al son de la que se ejecuta comparta la misma antigüedad. Al igual que las coreografías, la instrumentación de sus melodías ha sufrido continuos cambios, siendo objeto de reiteradas readaptaciones y recreaciones que no siempre han respetado escrupulosamente las raíces musicales de los ritmos que acompañan y dan soporte a las mismas. Los estudios al respecto   han constatado el hecho de que coreografías nuevas se han montado a partir
de soportes musicales antiguos y viceversa.
La música que acompaña a las danzas se ejecuta actualmente con tambor y dulzaina, al margen de que en algunas coreografías los propios danzantes con sus castañuelas o paloteas acompasan el ritmo de la música.
En ciertos pueblos la música corre a cargo de un solo instrumentista, que habitualmente hace sonar la flauta y el tamboril a cuyo ritmo tienen lugar las  danzas.
Las paloteas son palos cilíndricos de unos 30 cm. de largo, perforados en uno de sus extremos para acoplar en él una cinta que asegura la sujeción del mismo a la muñeca del danzante. La cinta se adorna con borlas de lana roja o azul. El palo suele ser de madera de espino seca, torneada.
 Termina el artículo enumerando diversas poblaciones de la geografía española, coincidentes en la indumentaria y/o puesta en escena y tan equidistantes entre si:
Graus. Aragón.
Alagón. Aragón.
Méntrida. Toledo
Valdeve. Isla del Hierro.
Belinchón. Guadalajara.
Villacañas. Toledo.
Frías.Valladolid.
Arcones. Valladolid.
Ampudia de Campos. León.
Laguna de Negrillos. León.
Vilanova del Infantes. Pontevedra.
Ortigosa de Cameros. La Rioja.
Alcudia. Valencia.
Oñate. País Vasco.
 Majaelrayo. Guadalajara.
Valverde de los arroyos. Guadalajara 

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