sábado, 11 de enero de 2014

POESÍA: PELAR DA GUSTO



Si el Lazarillo de Tormes
viviera en este siglo
sería algo más
que un pobre mendigo
pues no le hubiera faltado momento
para con su picaresca
hacerse rico
y si en eso de venir
lo hubiera hecho la Regenta
seguro que habría lanzado los velos al aire
y se habría ido
detrás de algún bailador de flamenco
por los tablaos del mundo.

Todo en nuestra historia tiene su sitio
desde Rinconete y Cortadillo
al mismísimo Sancho Panzo
siempre a lomos de borriquillo
y si en esto nos aparece
algún iluminado de turno
ya sea santo o santa,
como Santo Tomás de Aquino
o Santa Teresa de Jesús
siempre en extasis propio de su misticismo
tengan por seguro
que en esta España y en este siglo
hubieran hecho oficio.

En España los tenemos
en eso de escribir
y escurrir el bulto
tan maduros
como Camilo José Cela
que renunció estando vivo
a todo lo que oliera a casa y terruño.

Cada cual en su sitio
viven en nosotros mismos
desde los alegres trovadores
lanzado serenatas
en los fosos de un castillo
hasta los muy románticos
y atrevidos poetas enamorados
que escalaban muros,
pero si de verdad me acuerdo de alguno
es de ese Valle Inclán,
manco, terco y casi ciego de espíritu
que escribía como los jesuitas
el muy tuno, parar leerse el y alguno
de aquellos que pasaban las horas tomando café
y fumando puros.

De Don Ortega y Gasset digo
 que con él
me hice tan diestro en eso de cerrar
sin leer sus libros
que todavía me pregunto
por qué atino a hablar de la Rebelión de las Masas
sin que nadie noté que no leí el libro
y en esto de escribir
como digo lo oportuno
me voy como mosca que busca azúcar
con la cual aliviar su apetito
a hablar de esos vanguardiastas
que sin llegarse a pegar tiros
pelaron el culo
a la mitad de España y de los Cabildos.

¿Claro que se de lo que les hablo?
 ¿Acaso piensan que escurro el bulto?
 Ni lo piensen un segundo

Autor: José Vte. Navarro Rubio

BAILE DE MASCARAS



 


Queridos amigos,
Os presento mi nuevo poemario: BAILE DE MÁSCARAS. 39 poemas, que son 39 escenas en la vida de 39 protagonistas, en 39 ciudades y en 39 fechas distintas, que van desde el siglo XII hasta el siglo XXI. 
Desde esta semana podréis solicitarlo en vuestra librería de confianza o a través de la propia web de Hiperión: http://www.hiperion.com/index.php/libreria/poesia-hiperion/baile-de-mascaras-648-detail (cuesta 10€, pero espero que valga mucho más…), o si lo preferís, nos vemos en persona, en cualquiera de las presentaciones y firmas de libros que haré en las próximas semanas, principalmente en Extremadura y Madrid: 4 mayo (Feria del libro de Plasencia), 11 mayo (Feria del libro de Badajoz), 15 mayo (presentación en Cáceres), 18 mayo (presentación en la Biblioteca Municipal de Zafra), 23 mayo (Entrega del premio Hiperión en Madrid), 25 mayo (lectura en Alcántara), 31 mayo y 1 junio (Feria del libro de Madrid), 5 junio (Feria del libro de Mérida)… Y otras por cerrar en Sevilla, Salamanca y Barcelona, de las que iré imnformando.  
Muchas gracias a todos los que os acercáis a mi poesía con ojos cómplices.
¡Espero que disfrutéis con este baile!
Un fuerte abrazo
JM 
Y, como muestra, dos botones en forma de poema:

LUIS DE GÓNGORA RECUERDA A LA GITANILLA
QUE, UNA TARDE DE JULIO, MIENTRAS PASEABA POR EL BARRIO
DE SAN BASILIO, PRETENDIÓ DECIRLE LA BUENAVENTURA
(PUERTA DE SEVILLA. CÓRDOBA, 1610)

La gitanilla olía a calle pobre,
a perfumes y a orina.
Llegó desde extramuros, silenciosa,
con un vestido rojo de volantes
y un ramo de romero en cada mano.
Tenía las rodillas desolladas
y los tobillos sucios.
Se detuvo ante mí como rezando.
Susurró: no se asuste,
solo voy a decirle lo que quiere escucharme.
Puso una cruz de plata entre mis cejas.
Permanecí mirándola, muy quieto.
En sus ojos un halo de extrañeza y ternura.
Retrocedió dos pasos. Dudó. Por fin lo dijo:
Cuando usted vuelva a casa piense en mí,
y escríbame un poema,
por favor.


LA PERIODISTA LESLIE FOREAU ESCRIBE UNA CARTA
AL DIARIO LE PROGRÉS DONDE NARRA LA HISTORIA
DE LA HEROÍNA SOROPU NSEGUE
(OFICINA DE CORREOS. GUINEA CONAKRY, 2003)

Aquí en la selva nunca mejoran los pronósticos.
Eso debe sentir Mamá Soropu,
que se inclina en silencio
para besar la frente de un muchacho
destinado al combate,
y pone vendas limpias a un herido,
y gatea hasta al techo de una choza vecina
por cubrirlo de ramas.

Morirse esta mañana sería de vencidos.
Eso debe pensar Mamá Soropu,
que baja hasta el riachuelo a buscar agua
para calmar la sed de los enfermos,
y vuelve valle arriba, burlando los disparos,
con una gran vasija en la cabeza,
y ofrece su frescor también a cuatro presos
a los que jamás trata de enemigos,
con un susurro sabio y delicado:
la lluvia es para todos,
las nubes no comprenden nuestra guerra.

Soropu es Guineana. Tiene cuarenta años.
Está reconstruyendo
las casas destruidas por el odio
en la frontera verde que separa
Guinea de Liberia.
También hace funciones de enfermera,
de madre, de maestra. Siempre de pacifista.

Soropu es fuerte y negra,
más bien achaparrada, pero firme de carnes,
capaz de andar diez horas
hasta alcanzar la aldea más oculta
de la espesura. Nunca
se vio a nadie afrontar así sus miedos
en esta tierra hostil a los desalentados.

Soropu es silenciosa,
trabaja como baila, sonriendo,
posee una sangre terca y erudita,
recibe al respirar el privilegio
de saberse africana, hija de esclava
pero madre de hijas al fin libres.             

Y aunque en la selva nunca mejoran los pronósticos
y el amor es un gesto tristemente en desuso,
ahí regresa Soropu,
rotundamente viva,
con un joven guerrero a sus espaldas.


José Manuel Díez
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