domingo, 19 de enero de 2014

POESÍA: AJO ERA Y SU PATRIA LAS PEDROÑERAS





El ajo morado que nace
en las Pedroñeras
no necesita títulos de propiedad
ni de riquezas
para entrar en las casas
y sentarse en lugar de honor
en las mejores mesas.
Desde el subsuelo de la tierra
el ajo de las Pedroñeras
aspira con ver la luz del mundo
y ya alejado de la tenebrosidad del subsuelo donde vegeta
poder crecer recto y fuerte
en todo aquello que un padre para un hijo anhela.
Ajo era
y para cuando llegó el otoño de su vida
en las Predroñeras
perdió su cabeza
sin necesidad de armar una guerra
ni de que su muerte fuera debida a ninguna acción ilícita ni fea.
Muere el ajo
y resucitan los manjares en la mesa
ya sean a la plancha
como la merluza y la ternera
o fritos, vuelta y vuelta,
con cordero, pollo e hígado
o con lentejas, huevos, patatas o setas.
Los ajos son un tesoro
que si se saben utilizar y se conservan
dan sus frutos
a quienes los saborean
y guardan en sus alacenas.
Recorren los ajos el mundo
ya sea en avión, barco, tren,
carro, en sus tiempos, y galeras
y van de boca en boca
como si fueran besos de enamorados en la primavera.
Morados ellos
y moradas se pusieron ellas
de pelar ajos
para echarlos en una cazuela
donde poco a poco
y con esa gracia propia de las mujeres que bailan en las fiestas
los ajos se pusieron tan dorados
como el sol que nos calienta.
En Pedroñeras, capital de ajo,
por las mañanas, tardes y noches
siempre se oyen las mismas cantinelas
que tienen que ver con los ajos,
se quiera o no se quiera.
Autor: José Vte. Navarro Rubio


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