sábado, 20 de septiembre de 2014

POESÍA: ESCUPIENDO PALABRAS



La palabra es la hermana que nunca tuve
y con ella he llegado jugando
hasta el umbral de la poesía
donde ella. mi hermana,
casi desde siempre se ha mostrado sumisa,
cariñosa e incrédula cuando le pedía
que dejara todo y me siguiera
a través de los montes de la vida
hasta esta mesa
donde mi mente se entretiene
relamiendo la aurora que de mi emana.
En evasivos momentos
los dos, hermanos de unos mismos padres,
hemos releído aquellos libros,
que compramos de pequeños,
en un patio con arados y vertederas
donde un hombre mayor, mi abuelo,
miraba con ojos incrédulos
lo que a su alrededor ocurría.
Me someto a la palabra
para explicar todo aquello que en mi vive
sujeto a pasiones y equilibrios
propios de un malabarista
y entre vaivenes y algún que otro susto,
lo que no quieres decir,
dicho,
lo que piensas,
no explicado en ningún verso,
y lo que nunca has pensado
corriendo por estrechos laberintos,
mi voz alcanza a llegar
no más allá de donde el hombre que la escupe siempre estuvo.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: EL RÍO JUCAR Y EL MAR MEDITERRANEO SE BESAN DE CONTINUO



Profundo cántico humano nos trae la corriente de un río
que se viene desde lejos
como las manos de un amigo
para ofrecernos su testimonio más íntimo.
Miro a este río Jucar
que se pierde como si fuera un niño
en el parque del Retiro,
y lo veo soberbio y tan antiguo
que creo contemplar con ojos de peregrino
barcas de diferentes sitios
con patrones sobre la cubierta guiando la quilla y controlando las velas infladas de vientos asesinos.
Por este río que muere altivo
en el mar Mediterraneo por los siglos de los siglos
han bajado y subido hombres de diferentes oficios
al encuentro siempre del contacto íntimo
para comerciar productos
de los cuales ahora nos jactamos como si hubieran surgido
en las tierras de nuestros antepasados como consecuencia de un oportuno soplo divino.
Ahora mismo estoy viendo como las aguas ennegrecidas tiemblan de frío
al abrirse en forma de abanico
sobre el mar que las recoge en cortejo tan íntimo
que gruñe el viento y gorjean de forma gangosa las gaviotas de pico maloliente y fino.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: NO ES PARA TI, ES PARA MUCHOS



Sobre el pecho de los años me columpio
como si el tiempo no fuera nada
y este estar continuo
martilleando con prontitud de monje benedictino
salmos que convierto en trigo molido
fuera un definitivo oficio
de quien presiente que este siglo veintiuno
se nos atragantará a más de uno.
Hombres privados de recursos
desfilan ya perdidos sus instintos primitivos
y convertidos como los perros que nos dan su amor infinito
se vienen hasta mis manos de dedos sabios y diminutos
para que exprese lo que ellos no aciertan a decir con tino.
Hablo por el hombre, amigo, camarada, hijo,
por los que tienen exceso de patria y pocos principios,
hablo por los vencidos,
aquellos que sin conocer los campos de batalla
y las trincheras convertidas en profundos nichos
heredarán una tierra bajo un mismo símbolo.
No es para ti, es para el muchos,
el que yo traiga hasta este instante preciso
de un día 20 de septiembre, mi testimonio, incorrupto,
de lo que nos viene sin necesidad de diluvios
con solo salir a la calle y ver como esta el asunto.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

viernes, 19 de septiembre de 2014

POESÍA: PARA CUANDO SE CONFUNDE LA SABIDURIA




Se confunde la sabiduría,
Delfos y su oráculo son testimonio de lo que digo
pues tanta cosas se predijeron
y tan pocas se han cumplido
que tenemos que dar como bueno
aquello de que un día se acabará el mundo.
Los milagros surgen a diario
con tan solo abrir los ojos y observar al abrigo de la inteligencia que guía nuestros instintos
como la naturaleza se amolda y rehuye el enfrentamiento con el ser humano, su enemigo..
Yo podre haber dicho tantas cosas
y habré errado tantas veces a lo largo de mi transitar por los caminos
que me abruma el mirar hacia esos tiempos ya perdidos
en que mis actos y decisiones fueron tomados bajo el arbitrio
de la juventud impetuosa y del hambre que tenía por comerme el mundo.
Yo podré haber malgastado, en ese transito que no acaba nunca en uno,
mi tiempo haciendo mucho más ricos
a quienes de por si nunca tendrán tiempo para disfrutar de aquello que les es gratuito.
Yo podré ser diferente a aquel extraño amigo
que se vestía con mi ropa y que hablaba por la boca de uno,
pero de lo que estoy seguro
es que aquél y éste y el otro amigo del futuro
son tan iguales como una gota de agua cayendo por un embudo.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: EL NACIMIENTO Y LA MUERTE PARTEN DESDE PARECIDOS PRINCIPIOS



El nacimiento y la muerte están tan unidos
que sin el uno no se da el otro
y a cual de los dos es más preciso
para que el mundo se renueve
y otros seres humanos vean
con los ojos puestos en un futuro
que lo que nunca uno sospechó
que podría ser posible
se puede realizar, sin trabajo alguno,
dentro de unos límites precisos.

No hay duda de que somos
a imagen de quien nos hizo
con todas aquellas interferencias
que sin rayar en el absurdo
van poniendo en cada uno
su granito de arena de la corriente de un río
cuyas aguas pasan junto a nuestras casas
para indicarnos los diferentes caminos
que se dan desde el nacimiento al ocaso de los individuos

La vida es tan bella que sin ella sería preciso
remover las ciénagas
y los pantanos de los recónditos y vírgenes paraísos
para poner nombre a algo parecido.

Existimos desde el momento exacto
en que la ciencia predijo a través de sus ojos de buho
que el ser humano apareció sobre el mundo.

Fue la evolución en boca de un científico
la que nos ha hecho tal y como se nos ve
sobre esos raíles en que circuló un tren trotamundos
que llevó a la especie humana de blancos, negros, rojos, azules y amarillos,
sobre lugares tan distintos
que no hay dos iguales por mucho
que nos empeñemos en invocar a los dioses del Olimpo.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

jueves, 18 de septiembre de 2014

POESÍA: NO HAY TIERRA DE UNO




No eres emigrante una pieza en la boca de un cocodrilo.
Eres un amigo.
Un camarada de días diluidos,
al igual que el café o la achicoria en el agua que le da un color subido
al negro de la noche
y de los muertos por las libertades que nunca han conocido.
Pasamos de continuo, el uno junto al otro y nos miraremos con disimulo,
tu me ves como el extraño que nunca has conocido,
yo te veo como el amigo, temeroso y perdido
que busca en la charca y en los ríos
el aroma de esas tierras que un día dejaste para venir a un mundo más rico.
Aquí el hambre no se mata a tiros
ni los hambrientos mueren en las puertas de las casas como si fueran malditos.
Aquí todo es más exquisito; todo tiene su precio justo,
y quien pide, siendo pobre, lo hace a escondidas para no ser inoportuno,
pues los pobres de España tienen su nombre escrito en las puertas de su casa
para que se sientan a disgusto.
Todo revive
conforme las palabras se salen de ese ritmo
que las hace perezosas y amigas de quienes solo buscan que les dejen tranquilos
para extender sus riquezas hasta donde los ojos solo ven bultos.
Aun no creciendo juntos, tu, amigo, extranjero, quieres ganar lo justo
para gritar a los vientos del mundo que eres igual de listo que el blanco de ojos turbios.
Pido la palabra
aunque solo sea por un maldito minuto
para decirte a ti amigo que reniegas de todo y te sientes el amo de la tierra que te sirve de paraíso
que si miras en lo mas profundo
de esa cartilla que todos llevamos con nosotros mismos
verás en algún momento de la historia
como algún ser querido
se vio en algún momento agradecido
por el respeto que le demostraron aquellos de los cuales tu ahora eres igual, hijo.
Tierra, amiga. Tierra a lo mismo.
Las tierras de las mayorías de los lugares y sitios
guardan los secretos de todos los ciudadanos del mundo
y debajo de cada centímetro de tierra hay algún hueso de cráneo, fémur, que da como suyo
el aire que se respira y lo que crece sobre su ombligo.
He soñado en un segundo
y he descubierto, ya el sueño rompiendo sus principios,
que no hay más tierra nuestra que la que cabe en un cuartillo de vino.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: POR ESCOCIA BRINDO EN ESTE DÍA


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Tocan las campanas,
asustan.
¿Será de alegría
ya Escocia ganada
y el Reino Unido, Gales taciturna,
desunidos de por vida?.
Por Escocia hubiera dado una vida
de haber tenido
mil vidas
y por Inglaterra
una perra grande
con la cruz
sobre sus tierras partida.
A pocas horas
de que un pueblo diga
lo que la historia no quiere
que salte a la vista
en Escocia se juega
una doble partida
mientras se agitan
y conmueven en las tumbas
héroes de película
avasallados por una monarquía
tan peliaguda
como las legiones romanas
cuando invadían
territorios ajenos a su cultura.
El vaho de las horas perdidas
avanza lentamente
mientras permanecen abiertas las urnas
que darán paso
a la confusión más absoluta,
vengan de donde vengan
los gritos de ¡hurra!
y lo diga quienes lo digan.
Desde el esternón de la isla
todo se debe ver
desde el pozo de la sabiduría.
A Escocia le falta esa altura
que a base de hachazos
le fue arrebatada por un verdugo un día
y a Inglaterra le sobra la codicia
que en Escocia se convierte en apatía.
Retirándome por un momento
veo la luz
que sin más preguntas me indica
que los caminos de Londres
a las tierras altas, de la Escocia fría,
están construidos de por vida.
Entre empellones camina la tarde
con campanas que replican
odios que se agudizan
en contra de Inglaterra
y a favor de una Escocia,
ya la fiebre dominada y sus gentes tranquilas.
En el Reino Unido sería
escoces sin ningún género de duda.
En España no me digan,
pues la Mancha sin pecados y Castilla
pusieron precio máximo a mi celo separatista.
No se lo que corre por mis venas.
Sangre es y si me apuran
se hizo liquida
al tiempo que leía
aquello de que la Armada Invencible
contra las costas de una isla se hizo astillas.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: ATARDECER OBLICUO EN EL LOMO DE UNA MULA



Atardecer oblicuo en el lomo de una mula,
en el filo de una hoz cortando espigas,
en la mirada; aullido de perro; en el tajante acero de una cuchilla.
¡Te digo endiablado laberinto por el que caminan mis días
que no podrás arrojarme a las tinieblas de la tumba
sin antes no haber escuchado, de mi boca, lo que en mi interior palpita!.
Contempla mundo lo que queda
después de toda una vida
dedicado al difícil oficio de guardián de un orden que esclaviza
al ser libre que lo fue y a lo que queda de aquello que todavía
cual flor cautiva
se atreve a respirar y lanzar preguntas.
Quiero. Apunto, tiro y se me escapa la pieza
en esa batida de cazador furtivo recorriendo la geografía de mi península.
Un todo que ni respira
se esconde en el interior de mi vida
y cuando sale a la luz esa de la providencia divina
se ve ante el Dios que todo lo inspira
como si fuera un huérfano en el mar salado de las dudas
combatiendo contra las olas con las uñas, con la vista.
Esta es mi ópera prima
en el gran teatro que se abre allí donde un día
dejé la madeja con la cual confeccionaba un libro de poesías.
Ataviado como los amantes del amor total, ese que poco dura,
me turba el saber que después de muerto solo quedará sobre mi sepultura
una lisa pared de yeso con una placa indicativa
sobre la cual el musgo echará cuerpo y beberá escanciadas lágrimas de viuda.
Ya solo aspiro a ser prolongado y extenuante eco
para que nadie diga que construí mis teorías
sobre un mojón de piedras que delimitaban la vida real
de la que germina en los ríos de la otra vida,
espiritual y tan baldía
como los campos de mis antepasados azotados por las langostas y piedras que caían
para demostrar que sin rogativas
Dios no concede a los pobres ni un solo minuto de su existencia pasiva.
Cualesquiera que me leáis
os ruego ante de continuar atrayendo al sueño que todo lo finiquita
que cojáis las tímidas briznas de lo que aquí se barrunta
y vayáis hasta el alma vuestra, íntima,
para ver si mi voz ha encontrado aposento donde duermen los dormidos.

Autor: José Vicente Navarro Rubio


miércoles, 17 de septiembre de 2014

POESÍA: A, http://miratoledo.blogspot.com.es/

Y si ahora miro Toledo
y si ahora convertida en cuerpo de mujer,
textura de algodón, golosina,
toco la piedra; miro a través de una ranura,
veo a la ciudad despertar al día.

Salí de Toledo en una noche casi día,
de estrellas rondando y luna dormida
en un puente que se estrella sobre el cauce de unas aguas cristalinas.

La ciudad que envidio
nace allí donde otros la dejan, hipnosis colectiva, sin atreverse a cantarle ni llenarla de regalías.

Toledo es casi una estrella apagada desde aquel día
de truenos y relámpagos convertidos en octavillas,
tiros, pasiones, duendes y tremendas sepulturas que todavía se recuerdan,
que todavía me producen angustias.

Si digo y repito
se abre como una caja de truenos con monstruos y pesadillas
que avanzan por las calles de Toledo
haciendo resonar sobre el suelo de tierra y piedras por los años comida
una extraña melodía.

¿Quién habla?. ¡Habla la vida!
sin necesidad de más textos y escrituras,
de una ciudad de Toledo en su altura, cuna,
y en la llanura que le envuelve a cada paso que andas tras los silencios de una tarde tranquila
sepultura, de recuerdos, celos y envidias.

¡Tanta cultura!
y a pesar de los pesares
entre las negras nubes bizcas también incultura
de quienes creyéndose aforados para defender su corpulencia posesiva
se comen la ciudad que no conocen ni disfrutan.

En el año 2014
¿Qué tiene Toledo que por mis poros se respiran, catedrales y conventos, caserones y sepulturas?
Toledo tiene lo que nunca tuvo Atila
una patria en ella nacida y un caballo que trota en los días de ventiscas
trayendo hasta sus plazas y barrios de diferentes culturas,
a navegantes de mares, marinos, que en la ciudad buscan una brújula
para no perderse por ese casco que de todos los cascos sin herraduras
es de los más grandiosos que pudo nunca una pluma plasmar por falta de tinta.

Si la ciudad me viene
y en Toledo me busca
hallará en mi persona
a un lazarillo que le servirá
hasta allí donde el servilismo se convierte en otra cosa distinta.

Toledo, hijo o hija,
dama, o caballero, cura,
oficial de castillo, labrador, artesano, pastelero, canción, ritmo, sonata, cruce de culturas,
con bibliotecas que de ella hablan
en todas las ciudades del mundo que tienen salas de lectura.

Dicen que el reloj anuncia los instantes
al menos Adonis
así los vio en ese Epitafio para Nueva York
que se lanza sobre las culturas
para explicar que la grandeza de los pueblos
es tan simple como la vida
que Federico Garcia Lorca vivió en la ciudad
que hizo de su fama una cuestión de la cual ya nadie duda
y en la ciudad de Toledo
como si Whitam hubiera pasado allí sus mejores días
yo diría:
Que el oficio de toledano
se lleva con tanta grandeza y estima
que no hay en España,
esa de los grandes castillos e historias de Guzmanes relamiéndose de sus heridas
más ciudad que la que se come todos los días
las mejores páginas de historia y de poesía.

¿Por vivir en Toledo que daría?
No la vida,
pues sin ella
solo queda un corazón vacío de tantas heridas.
No fortunas,
pues estas sirven para cavar fosas
y morir siendo el rico que todo lo quería.
Daría,
el amor que siento por la vida,
ese que en Toledo se transforma en el halo de una luna.

El reloj anuncia los instantes
en que la noche camina
a través de calles, callejones y plazas
buscando una taberna de viejas sillas
con un tabernero que desde la barra anima
a seguir pegándole a la noche con la suela de las zapatillas.

Toledo mi muy querida ciudad
de los gozos eternos y de los abrazos de ternura
¿por qué no te animas
y llevada del pecado que convierte a las mujeres en queridas
te llegas hasta esta pensión
con miras a un precipicio que termina
allí donde la puerta se abre y comienza a llenar la noche con su hermosura
el catre sobre el que duermo
entre plumones de aves del paraíso y para más blancura nieves de las altas sierras
inmaculadas ellas y quienes la trajeron en carros con paja y sal
para conservarla tan pura
como el día en que desde el cielo cayeron copos de nieve entre insomnios y mías fatigas?

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: POR EL PINAREJO DE OTROS DÍAS



En el origen no dudamos, pocas dudas,
aunque luego el origen se convierta en constante duda.

No podré decir que no
cuando abra la ventana y vea
los mismos paisajes que vi en otros días
con unos cuantos años más.

Ya la vista cansada intentaré
contemplar lo que quizás nunca más será tema de poesía,
pues es tan simple aquello con los cual visto a mi musa
que la peor de todas al lado de la mía a lo buen seguro que parecerá una reina.

Uno nació donde los dolores de una madre le trajeron,
dicen que parto se llama la palabra
y parir el acto que nos trae a la luz del día.
Todos vemos lo mismo en esa primera salida a la luz.

Todos nos sentimos queridos
al parecer conocemos el amor puro
desde antes de que se nos de el uso de la razón
y la palabra como forma de expresar nuestros sentimientos.

En aquel pueblo los fríos eran tan grades
como las siluetas de los campos vistos desde las eras.
Al Norte montes, al Sur llanuras, al Este montes y al Oeste vaqueros sin indios.
¿Qué más explicarles y qué más me pueden decir?

Fue en un invierno de los largos,  tan largo que todavía
a pesar de los años transcurridos no he podido llegar a visualizarlo.
Fue entonces cuando se oyeron unos gemidos
en una habitación vestida  a los efectos con un santo en la pared que colgaba boca arriba .

En el pueblo Pinarejo, de pinares viejos en los tiempos de las grandes conquistas
el olor a la lluvia era compatible con aquellos otros olores que salían
de los corrales con animales, de los campos verdes, de las cuadras con las mulas relinchando
sus cosas de esos días con muchos portales de Belén y pocos Reyes Magos con peladillas.

 La luz siempre ha sido una constante
pues la veía con ojos de artista desde una pequeña ventana
a través de cuyo cristal entraba la claridad entre sonrisas.
A lo visto yo la cogí un día de esos de siestas en una cuna
y desde entonces me acompaña como lazarillo que se siente siervo de otra vida.

De aquellos comienzos me acompañan fantasmas que cuando se despiertan me animan
a explorar ese reino de la memoria y en ello a trazar teorías.
Mis recuerdos me vienen de lo que he oído a lo largo de mi vida,
de otra forma sería imposible trazar una linea desde este día a aquellos otros perdidos entre las brumas.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: LA NOCHE Y SUS HORRORES



la noche no trajo ¡no!
más rumor que el ron-ron
de un gato
que por encima de un tejado voló
y el sonido atronador
de un despertador
que a las seis de la mañana se encargó
de poner música de cámara
en la habitación.
Si la noche se pudiera contener
y con ella hacer
sombras vigilando la pasión,
alambres de dolor,
la noche sería todo amor.
Los rencores de la noche
se esparcen
como el olor de la flor
que en el río naufrago.
La noche esconde el temor
de una luna que sale
cuando no está el sol.
Con la noche nos viene la canción
de las ramas de los árboles al pegar
sobre la barandilla del balcón.
En la noche de los mares
los hombres sentían temor
pues su corazón
latía ton-ton
cuando desde el fondo del mar
llegaba un eco atronador
de monstruos marinos
pidiendo su ración
de marinos salados al vapor.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: PARA CUANDO EL TRUENO LLEGA



Se oyó un trueno
a ver
como el cielo
se pone rojo
y comienza  la noche
a beber
agua de sus nubes
que se vienen
a recoger
para cuando la luna tiene sed.

Un rayo se vino a caer
no me digan donde
que no lo quiero saber.

El invierno venía
tan negro
como una sartén
y traía
con eso de que
se le debe temer
mazapanes de Toledo,
vinos de Jerez,
turrones de Jijona
y uvas de moscatel.

Llueve,
a la lluvia
hay que temer
pues
nunca llueve
a gusto de quien
por encima de él
de pronto se la ve
y
si la tienes
que recoger
ten cuidado
pues de golpe
no te la puedes beber.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

martes, 16 de septiembre de 2014

POESÍA: DE ESA CIUDAD CON UN PUENTE COLGANDO


Solo blancas las palmas de las manos
y los dientes de tanto lucir su encanto.
Ellos viven desde siempre pensando
que este será un mal año
y los otros, los blancos, todavía sus amos
en lo mucho que sacarán al negro que tienen atemorizado.

La historia ha cambiado su formato
pero en el fondo a sus paredes pegadas a base de latigazos
los negros son negros, primeros brazos,
y ellos, los blancos, nacieron para exigir obediencia y trabajo.

En el parque una fuente
y en el árbol como reclamo
el picotazo
del pájaro carpintero
que se cambió de ciudad para mejorar en su trabajo
y continua horadando
diferentes troncos de la misma especie de árbol.

Por ser ciudad
y en ella encontrarse la buena fortuna del trabajo
hay un centro protegido  y unos aledaños
donde la basura se amontona en años de buen grano.

El puente lleva entre tornillos y tuercas de gran calado
al lugar exacto
donde las hormigas realizan su trabajo
para volver ya con el sol apagado
al hormiguero que se abre donde el humo hace señales llamando
a los dioses de la guerra que se han entretenido comprando
entradas de fútbol y perritos tan calientes que en ellos se derriten los labios.

Un tren gruñe a un gato
que enfadado se cuelga sobre el espacio
y espera a que pase el vagón de ganado humano
para mirar con ojos felinos a quienes le dan trabajo matando ratones de gran tamaño.

No enamora la ciudad ni el trabajo,
ni sus parques en los que crece el paro,
palmo a palmo,
como si sus bancos de madera, hierro fundido y estaño
fueran las oficinas de colocación y en ellos se diera trabajo.

No enamoran los ojos de un pobre lisiado,
meneando constantemente un bote y clamando
esa piedad que Jesucristo regaba con milagros.

Enamora el asfalto tan negro
y por el pasando
a velocidades de espasmo
coches de gran tamaño
que solo dejan humo que poco a poco se va apoderando
de esos espacios en los cuales germinamos los seres humanos.

La ciudad fue hecha
para que en ella vivan los payasos
con su circo a cuestas, globos, canciones y espectadores sentados
a la espera de levantar los brazos
para irrumpir con todas las fuerzas del mundo en millones de aplausos.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

lunes, 15 de septiembre de 2014

POESÍA: ENTRE ARBOLES VINO A SER



Como no suena,
como no canta,
como no duerme,
como no habla,
quieta la rama, tranquilo su ser
pues no sabe leer,
ella la rama mece libros del saber,
plumas de gorrión,
simientes de la escasez.
Hojas del árbol
verdes por fuera
se dejan ver
y por dentro llevan
sangre y te
que se bebe al atardecer.
Por el tronco sube,
por el tronco y con su saber
la ardilla
que quiere comer
piñas de alegría
que en su niñez
cogía de la fuente que brota donde nada el pez.
Por el tronco baja
la gota de agua
que no se deja beber
busca a fuerza de descender
el río que la llevara a su vejez.
Brota el fruto
y quiere ser
en ese árbol del saber
como la grama al trigo,
como el limón a la naranja en su exquisitez
y madura
y se deja coger
para terminar su vida
antes de volver a ver
al árbol de su vida
y de la muerta a la vez.
Cayó una hoja
que en el aire se deja ver
como si tuviera alas
y siempre desde que comenzó a crecer
viviera allí donde el viento no se deja coger.
Con el ay que te quiero coger,
con el ay del golpe sin querer,
con el ay que ver, hay, es.
lo que hay que ver.
Por el campo se dejó ver
el árbol en su preñez
y a él
las matronas que saben que hacer
le recetaron agua y aire, a la vez,
para curar sus males,
esos males que no se pueden aprender.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: ELEGIDO, EL TORO DE LA VEGA SUFRE MÁS DE LO DESEADO



El negro del toro
mañana será ocaso, espanto,
de moscas tejiendo un abrigo
sobre el lomo ensangrentado.

En la España del XXI,
con XX siglos de retraso
seguimos matando
con la misma fiereza que el león se lanza sobre el gamo.

En la mañana temblando
con el sol puliendo las piedras
y señalando una luz que lleva a las fuentes de los encaños de los enamorados
sale el toro buscando
a una vaca mansa, a una madre en la dehesa llorando.

Ya cantan los gorriones
versos que se llevan las nubes que se van marchando
y en la rama queda colgando
un pañuelo blanco con el cual se recoge el llanto del viento que se va alejando.

¿Es necesario que la muerte sea clavando
afiladas cuchillas y rematando a puyazos?

¿Es necesario?

En la dehesa, prado, vaguada, llano, corre el toro,
va buscando,
una libertad de la cual sabe que se da en algún lado.

Pero la mañana trae como si fuera un tren de mercenarios,
aguerridos combatientes, muchos de ellos temblando,
y los otros con su sueldo de oficiales desquiciados
persiguiendo al enemigo que solo es un tierno astado
que sabe de la vida, a sus cinco años, lo que ha vivido pastando
ajeno a la muerte y a la picadura del acero sobre su cuerpo domado.

No te salvará nadie
pues todos han apostado
a que morirás de un certero lanzazo
al estilo de los viejos guerreros de pies de barro.

Su corazón es como el de cualquier enamorado
que con la salida del sol y ya llegando la noche en el verde prado
ve a la vaca y mueve el rabo.

Roto el corazón
le llegará el descanso
en forma de niebla y de hachazo
para cuando el último lanzazo se clave en su cuerpo y le atraviese el hígado, los riñones,
los pulmones, el estomago.

Mañana a la escuela
todos cantando:
¡Que machotes los de mi pueblo
que mataron al toro de la Vega de un millón de lanzazos!

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: EN NUEVA YORK NEGROS E INDIOS COGIDOS DE LA MANO



Huían que no querían morir sembrando
su sangre sobre los campos.

Vivían que no querían en viejas chozas de paja y barro,
madera de toneles de whisky barato.

Amaban que no querían a las amantes de sus amos,
mujeres violadas sobre las rosas de los cardos.

Mataban que no querían los amaneceres de crudo látigo
sobre la espalda de hierro y los brazos de acero y ébano.

Morían que no querían cantando a la flor de la vida
y a los ojos apagados de unos viejos esclavos.

Con la guerra vino el guante blanco, la promesa y el juramento
de que serían rescatados en nombre de un casi País unificado
que se alzaba contra los confederados.

Con la paz llegó el desengaño, el gueto donde se apiña el desengaño
y la segregación para que todos supieran que se pertenecía a diferentes rebaños.

La voz pudo más que el machete de afilado filo y la voz dejó paso a un país parado
que solo entendía de la historia lo que los blancos le habían contado.

En las verdes praderas quedaron los esqueletos de los pieles rojas, verdaderos americanos,
y en las montañas rocosas sobre los acantilados
fábulas que hablan de un reino lejano
donde el indio de las praderas se encuentra refugiado
a la espera de los buenos tiempos
y de años de grandes rebaños de búfalos pastando
en las tierras de sus padres, de sus antepasados.

Huían unos y otros,
indios, negros, amarillos y entremezclados haces de simientes de diferentes granos
y todos ellos sin saberlo se llegaron
hasta esa ciudad de escaleras hacia el cielo temblando
donde los blancos se sienten dueños y amos
de las calles prohibidas donde otros seres menos afortunados
ven a Nueva York como una isla de esclavos
con su cementerio de elefantes
y su circo deambulando por las grandes avenidas donde los hijos de los amos
juegan a ser vaqueros que persiguen a negros esclavos e indios borrachos.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: POR LOS CAMINOS DE MI TIERRA

Plaza de Padilla (Toledo). Foto durante excavaciones
Excavaciones en lo fue la casa de Juan Padilla en Toledo


Por los caminos de mi tierra,
parando en los pinarejos
y en las muertas eras
de camino a Toledo
me llenaré del color, tuyo,
de las primaveras.

Del color de los primaveras
y en Toledo su luz me llena
para cuando el sol aprieta
y del río asciende una cantinela
que para si mismo un Dios,
el más grande, quisiera.

Quisiera el Dios de las primaveras
ser el brillo de las esbeltas cabelleras,
las risas junto a una pequeña alberca
y el agua que se expande por la espalda
de una hermosa hembra.
¡Ella, Toledo, que siempre perplejo te deja!

En Toledo y su luz me llena
como si el Greco no hubiera muerto
y de su paleta nacieran
caras alargadas y luces de tenues velas
en las noches de un Don Juan Tenorio
para cuando un hidalgo a su casa regresa,
después de atravesar los laberintos
donde surgen las estrellas
y se encuentra vacía su hacienda
y la sal que da la vida
en los mares de aguas abiertas
sembrando odios en una alacena
que guarda como un tesoro
el amor de Juan de Pacheco por su tierra.

Si tu quisieras ,Toledo,
que al corazón me llegas,
iría hasta donde me dijeras
con las alforjas llenas
de ese mazapán que en la boca llena
se convierte en azúcar moreno
como miel de colmena.

Me voy hasta ella
después de parar en los pinarejos
y en las muertas eras,
clara de huevo, molidas almendras y yema,
como si Don Quijote todavía vivo estuviera
recorriendo este paisaje del cual me llegan
sus calores infernales si al sol te enfrentas,
sus proverbios en boca de personas buenas
y su grandeza.

Calor blanco junto a las eras
 hombres y mujeres
que a Toledo se acercan
para que sea
como una pobre cenicienta ¡tan bella!
que cuando llegan las doce de la noche
corre por sus alamedas
a la búsqueda cierta de esas estrellas,
errantes ellas y tan llenas de esa extraña nobleza
de un castellano que murió por su tierra.

Para cuando la noche se acerca
ya en Toledo disfruto de la buena mesa,
entre conversaciones que giran
entorno a su grandeza como si toda ella,
la Toledo que descubro al recorrer sus callejas
todavía estuviera esperando,
que alguien viniera,
para explicarle, ¿por qué solo ella,
es en estas tierras
con tanta historia a su cuestas,
la que tiene el alma llena
de amores que si se cuentan
las lágrimas inundarían la faz de la tierra?

¡Oh Toledo
de las perlas del monte Sinaí
y de las palmeras donde abrevan
los contadores de cuentos
y los encantadores de las estepas
que llevan en cofres de nobles maderas
llaves viejas
con las cuales abrir los portales
en los que suenan cítaras
con sus cajas de resonancia, planas de madera!

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: EN LA HABANA

De cuando en la Habana estuve
de allí recuerdo
el sol plateado saliendo
de algún navío español
hundido donde el mar entre fosas se abre.

Habaneras valientes y música con sainete
a pueblo que así mismo se quiere
ya venga el calor por el oriente o fenezca por occidente.

Buhardilla donde el polvo se muerde
al descubrir objetos confiscados por las buenas gentes
que duermen
como esas libertades de puños frenando el aire
que en barca llegan
desde unos arrecifes con corales.

Por aquellos días en que las banderas se comían al gigante
en la Habana respire de ese viento suave
que por la playa se viene hasta donde uno esta para preguntarle
por Occidente.

Occidente muere, dije,
y el cubano de sangre caliente
se alejó sin ganas de más preguntas
ni de tan concreto lenguaje.

En la patria de las libertades
reconvertidas por un viejo engranaje
todavía si sales a la calle
te contaminas de revolución
y te llenas los bolsillos de pólvora y metralla con las cuales
ponerse uno valiente.

Fue en la Habana
bien comido y mejor bebido hasta el graznate
donde comencé a caminar
sin más utillaje
que unas viejas zapatillas,
un sombrero de ala de combate
y un cuaderno de hojas de platanero silvestre
en el que apuntaba
desde el despunte del sol hasta el amerizaje de la luna sobre los arenales
de las playas del sur
hasta llenas de aguas transparentes
que en ellas los cristales reflejan el horno en el cual nació su imagen.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

WALT WHITMAN O CUANDO EL RELOJ ANUNCIA LOS INSTANTES


Whitman no fue la última palabra
por aquellas tierras oída,
ni con él nadie se marchó de fiesta
para ver de cerca la alegría
pues él solo, sin más ayuda,
escupía por sus propios poros poesía.

Solo necesitaba de la luna
y de la niebla de los pantanos
y de la alegría de los pasajeros que bajaban por los ríos
para sentir aquello que el contaba en las noches de las tabernas abiertas a las almas nocturnas.

Llegó a la ciudad que temía,
cruzó su río
y calado con un sombrero
bebió de esa agua maldita,
que se convierte en pólvora a poco que le pongas el aliento encima.

En esta locura
nos sale hoy Whitman de su tumba
y a la grupa de un caballo blanco
por mi cabeza cabalga mientras levanta el polvo de los caminos
que se queda impregnado en su camisa.

Viene desde las viejas culturas
a contarnos sin rechistar ni oir sirena alguna
cosas que tienen que ver con tradiciones perdidas,
todas ellas al amparo de aquellos espacios cargados de verdes y azules pinturas
de las praderas, montañas, ríos, lagos, cordilleras, valles y desfiladeros,
con sus respectivas vidas.

Un día dejó Whitman su casa
y se marchó a la ciudad en la cual dormía
aquel gran sapo con patas de araña nocturna
que en el habitaba como si su cuerpo fuera su sepultura.

Fue en el Oeste de un país,
en el Norte que se aproxima,
en el Sur que empobrece a quien en ellos se animan a vivir su vida,
en el Este con salidas de sol que queman la vista
donde Wair Whitman se animó a a lanzar su oración, alegato a la vida.

¿Ya muerto
y resucitado entre las raíces de una sabina
que nos diría
de esos barrios de negros
que en Nueva York no se privan
de ser todavía más negros
que lo que se ve a través de una ventanilla
de un taxi que pasa a toda prisa
cerca de las primeras viviendas con vistas a la pobreza extrema y a la droga dura?

De cerca, tan de cerca camina
que aprecio su melodía a cantante que a si mismo se escuchaba
y que con su vieja filosofía de encantador de serpientes
llenaba los porches de las casas
de relucientes expectativas,
como si el oro de los ríos y de las montañas abiertas en sus profundidades más intimas
viajara en su mirada y sirviera para alimentar las almas distraídas
de los aventureros, pieles rojas, tramperos, soldados de caballería
y damas de alta alcurnia, mientras America se inundaba de biblias,
maquinas de vapor y rifles con buenos puntos de mira, que servían,
para dejar los espacios abiertos a las nuevas culturas
tan invasivas como la rabia, la sífilis y el mal que trasmiten las termitas.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

POESÍA: POR NUEVA YORK Y DE PUNTILLAS




I
Es preciso cruzar la ciudad
caminar sobre sus tumbas,
hablar desde los púlpitos
para que te entiendan y sepan lo que de ella opinas.

No hay ciudad alguna
con individuos de un solo color ni de una sola cultura,
ni de una sola madre
ni de un solo padre ni con las mismas uñas.

En esa ciudad con tantas alturas
todos se visten a la misma moda
y comen de la misma carne que se cuece cerca de las alcantarillas.

Los mismos ritos y las mismas preguntas
se pueden ver en esta ciudad de estructuras monolíticas y se eliminan
con las mismas vacunas.
Un día
alguien se entretuvo comprando la ciudad para disfrute de quienes ahora en ella se regocijan
de ser los anfitriones del mundo civilizado de las patrias confusas
y desde entonces la ciudad camina por las sendas de la locura.

2)
Esta ciudad tan invicta
para quienes en ella trabajan y estudian
y para quienes en ella se citan
desconoce de sus horrores
y solo vive de sus alegrías
y de un falso sentimiento de autoridad
que se transforma a veces en villanía.

La ciudad invita al descanso. No a la siesta sin prisas,
y casi de rodillas se inclina
ante el poderoso que la domina.

Las calles de asfalto
viejas sendas por las ruedas de los carros comidas
no conocen de más semillas
que el odio que reino un día
y de las falsas promesas que el hombre blanco dirigió al indio que con la cabeza asistía
al funeral de su muerte
al tiempo que se fumaba una bien provista pipa
de cañamones molidos que olían a resabiada saliva
mientras hablaba de los animales y de las tierras
como si fueran parte de su familia.

3)
¡Ay de la ciudad!, ¡Ay cuanta incultura!
De quienes la quieren
para que sea un objeto más en sus vidas
y de quienes en ella se refugian
para buscar amparo en la bebida
y en el éxtasis que trasmite por una vía
la droga pura.

La ciudad me ayuda
como si fuera un clavo al rojo vivo
a quemar mis dudas
mientras en ella veo
a pueblo oprimido uno y otro día
desde que el sol brilla
y la luna se esconde para llorar en su parte más oscura.

Un rumor a sables invita
a mirar hacia la otra orilla
donde viven en nidos de golondrinas
diferentes clases de criaturas
bajo la atenta mirada obsesiva
de un halcón de bandera alguna, águila, casi termita,
que solo observa y dejar hacer lo que Dios quiere el solo que ocurra

4)
En Wall Street
cuna de un faraón semita
se cruzan los ríos de sangre podrida
con los ríos
de oro pelado
casi calderilla
que se lanza intencionadamente a las alcantarillas
para que la bolsa baje o suba.
La vida en Wall Street
es pura fantasía
que un poeta ciego, Homero,
conoció más de una vida,
hubiera escrito sin duda alguna
antes de convertir por equivocación y poca fortuna
a Troya la mítica
en un montón de cenizas.

5)
En esta ciudad
que dormita y vomita lava apagada por su saliva
el oro de los ríos
cicatriza las heridas
del resto del mundo que le ofrece obediencia absoluta
y que se deja en Wall Street
el oro que todo lo alivia.
Despierta al día Wall Street
y la bolsa se reaviva
al tiempo que la sangre y la muerte
que por los teletipos del mundo camina
toman vida
en un planeta que no se cansa de pedir ayuda.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

domingo, 14 de septiembre de 2014

POESÍA: PATRAIX Y SU TUMBA DEL SABER



A)
No fue la ciudad,
no lo fue,
el lugar que el quería
ni el que
con el paso del tiempo le dejó ver
donde se rompería un día su ser.
El ser se rompe,
no hay hora ni cartel
en el cual se anuncie su fenecer.
Muere
libre en su insensatez
de dar forma a quien de él se apodera por propio interés.

B)
¿Por qué
la estatua se cubre de hiedra?
¿Por qué
el pedestal sirve de pie al capitel?
¿Por qué
sin querer
Nueva York me huele
a pecho fértil de mujer?
¿Por qué
un sol, dos, tres, mil millones de soles a la vez
en mis yemas de los dedos no se dejan coger?

C)
Adonis
y su epitafio,
¿para quién?
En Nueva York
una mujer
a la que todo el mundo adora
se deja ver
para cuando
un harapo llamado libertad
se vende en un puesto de perritos calientes acompañado de crema de café
que un mulato ve
a través de su cárcel diaria en la selva de la escasez.

D)
En mi vida la rutina se acomoda
en el esófago que solo entiende lo que es
a la hora de comer.
Es en la ciudad,
la de los predicadores, la del beber
de las fuentes del saber
donde vomita la ciencia, donde sin querer,
una vuelve a su niñez
y ve
una enciclopedia Álvarez, y un niño que se deshace al mojarse el papel.

E)
Vuelvo a lo mismo
a la ciudad del saber,
al contacto con el ser
y al encuentro con ese animal domestico
que se deja querer
para cuando los árboles de la avenida por la que camina la alegría
dibujan el rostro de una mujer.

F)
Maldigo ese momento
en que alguien me dejó caer
que una estrella en el cielo
era el origen del Universo que se sujetaba a mis pies.
Desde ese día vivo
con la mirada puesta en el absurdo de la dejadez
como si fuera una de esas figuras hechas a troquel
que en las monedas brillan
y nos hacen pobres y sumisos, la dos cosas, a la vez.

G)
Es preciso que lleguemos
al origen de lo que somos,
al pozo del que extrae agua el bereber.
Es preciso mojarse
si peces queremos comer.
Por eso me voy
a los confines donde vive la incertidumbre, hierba que no se debe comer

H)
Yo pienso en el todo,
sensatez,
tu piensas en lo tuyo
sin prever
que el toro te puede coger.
Yo pienso y me revelo
busco la piedra de la sensatez
tú destruyes sin saber
el por qué.
La ciudad que brilló un día,
en otro día puede ser
un estrato enterrado que hay que volver a entender.
Yo, soy uno, dos, tres,
tú eres, en este formato de papel,
una forma fácil de entender
la barbarie que nos viene a través de esos cielos y mares con un color tan lleno de insensatez.

I)
En el círculo de lo que somos
giramos sin más sentido.
La piedra solo es piedra
por más que le saquemos brillo,
el agua solo es agua
cuando huye de los ojos de quien la miramos con cariño,
el beso solo es beso
disfrazado de lo que en el mercado se llama producción al minuto.
En este parque
desde el que me dirijo
las sombras caídas sobre el ombligo de este pequeño mundo
marcan un territorio preciso
y ponen sus condiciones a lo que escribo,
quizás por aquí yazcan perdidos
los restos de un soldado íbero
con sus fíbulas y exvotos escondidos
bajo unos restos de cenizas
y un pequeño altar con restos de cántaros convertidos en añicos.

J)
Dicen que las penas a veces son
como las aspas de un molino
que giran y dejan sus gritos
del cielo prendidos
y que otras veces suenan a arrullos
en las selvas del mundo
cuando el machete se abre camino
y un pueblo lucha por conseguir la libertad que le han vendido en un libro.

K)
No era la ciudad
a la cual me refiero de continuo
el lugar más oportuno
para lanzar proclamas
ni para entender el mundo
ese al cual nos debemos
y trasmite su odio a quien en ella vivimos.
Era una ciudad
que parecía un aparador llena de golosinas en un domingo
a un lado y otro de un río
y sobre el puentes
adornados como preciosos abanicos
a través de los cuales se llegaba hasta donde el asfalto negro corazón de un maldito
confundía a uno.

L)
Parecía una vieja piedra
desgastada por el tiempo que sufrió de calores y fríos
y bajo ella otras piedras
nos hablaban de un pasado que nos acercaba al corazón de otro mundo.
Pelada la roca
y tranquilo quien sobre ella se servía a su gusto
alguien dijo:
Mucha piedra para tan corto camino

Autor: José Vicente Navarro Rubio



LA MÚSICA DE LOS ESCLAVOS



ARTÍCULO DE  10 JUL 2010

Paul Robeson (1892-1976) estuvo en España cantando para las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil. Comunista convencido,durante su exitosa y atribulada carrera artística apoyó todas las causas que significaban justicia social empezando por las leyes antilinchamiento y acabando por las reivindicaciones de los mineros galeses. Sus buenas relaciones con la Unión Soviética le valieron su expulsión de la NAACP (Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color) y los nazis le tenían en sus listas negras. Durante décadas su nombre estuvo borrado de los anales tanto de la universidad como del deporte y sólo su imponente presencia en la película Magnolia(Showboat, 1936) le mantuvo en la memoria del mundo del espectáculo. La atmósfera intensa y pura de esta recopilación de Negro Spirituals le presenta en varias facetas distintas: acompañado por una gran orquesta, por una coral o sólo por un piano, con su voz, solemne de bajo-barítono, desgranando, siempre persuasivo y convincente, las frases bíblicas y las humildes melodías que la tradición musical afroamericana había creado en su desesperada, trágica y enternecedora religiosidad.

Los Negro Spirituals son el resultado musical de la violencia (física y / o moral) ejercida sobre los esclavos afroamericanos para hacerles olvidar sus religiones y su identidad africana. El propio Robeson fue el primero que llevó esta humilde música religiosa a los escenarios introduciendo losspirituals en sus recitales de canto lírico. Para un artista comprometido y educado como él, interpretar las canciones de los sectores más pobres e ignorantes de la población era la manera de revindicar la valía y el mérito de la cultura popular frente a la tradición culta y académica dependiente del favor de los poderosos y de sus simpatías o antipatías hacia el artista. Parece ser que muchas de las canciones contenían contraseñas para los esclavos fugitivos y los paralelismos entre las historias de la Biblia y las penalidades de los esclavos se manifiestan de muchas formas diferentes. En el escalofriante We Are Climbing Jacob's Ladder, la imagen bíblica de la escalera que une el cielo y la tierra se convierte en metáfora de las penalidades que habían de soportar los esclavos. La versión de Robeson es grave y contenida. Su formación clásica le impide perder la compostura y es sólo a través de la vehemencia de su interpretación y del rotundo fraseo con el que declama la letra que la intención de denuncia del intérprete se hace patente para el oyente.

Paul Robeson
(1898/04/09 - 1976/01/23)

Paul Robeson 

Cantante y actor estadounidense 


Nació el 9 de abril de 1898 en PrincetownNew Jersey (Estados Unidos). 

Cursó estudios en la Universidad de Rutgers. Afiliado a Phi Beta Kappa, fue el primer jugador negro de la liga de fútbol All-American. Se licenció en derecho por la Universidad de Columbia

Como actor consiguió sus mayores éxitos en 1924 en la ciudad de Nueva York con obras como El emperador Jones de Eugene O'Neill. En 1925, desarrolló su primer recital, también en Nueva York. Barítono  bajo que destacaba por la rica vibración lírica de su voz, fue uno de los intérpretes más populares de su época. 

Continuó trabajando como actor, actuando en Black Boy (1926) y Porgy (1928). Trabajó en 11 películas, entre las que cabe destacar Magnolia (1936, James Whale, basada en el musical de Jerome Kern) donde interpretaba la canción "Ol' Man River" de gran éxito. Por su ideología izquierdista y su defensa de la igualdad de derechos para los negros le fue retirando temporalmente el pasaporte estadounidense. 

Paul Robeson falleció el 23 de enero de 1976 en Filadelfia


Filmografía

1942 Tales of Manhattan 
1940 The Proud Valley 
1937 Big Fella 
1937 Jericho
1937 King Solomon's Mines 
1936 Song of Freedom 
1936 Show Boat 
1935 Sanders of the River
1933 The Emperor Jones
1930 Borderline 
1925 Body and Soul

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