viernes, 30 de enero de 2015

POESÍA: CUATRO CABALLOS DE LEYENDA:ROCINANTE, BABIECA, BUCÉFALO Y JOLLY JUMPER

 
                   I
No hay peor soledad que aquella
que mata por dentro y por fuera.
Avanza la noche y machacan las penas,
se alza la mañana y llega el mediodía con ruidos, so pena
que sean de hambre a historias nuevas.
La tarde inquieta corretea
por los pasillos y azoteas
de una casa que se presta
a hacer de morada eterna
de los  últimos rayos de sol que por una ventana entran.
Desprecio queda a la noche que atenaza las penas
y ya estas envueltas
con el manto negro de una sartén vieja
saltan chispas en una chimenea
ante las inquietas miradas que esperan
que a la puerta llame la muerte
mostrando su tarjeta
en la cual hay escrita una leyenda:
Pagamos el traje de ida
y para el de vuelta
usted se las vera
con quienes en el cielo mandan sobre los rebaños de fieles ovejas.
              II
Ese miedo a Podemos
cuando se miran las encuestas
le da fuerzas
para mostrarse como una flor tierna
en el campo de los cardos
con grandes raíces en la tierra
que se alimenta del resto de hierbas
que a su alrededor crecen sin soñar que serán nunca parte de otra cosecha.
            III
Cabalgamos
sobre caballos de fuego,
hierro
o madera
por los lugares perdidos
de una profunda cueva
con la mirada puesta
en esa parte oscura, casi negra, en la que se oyen
voces
que no se acierta
a saber de quién son
ni por qué
les amenaza nuestra presencia.
Rocinante se mueve
entre utopías
y falsas apariencias
de Don Quijote que lleva en la cabeza
ideales caballerescos de novela.
A la zaga le vienen
Bucéfalo, Jolly Jumper y Babieca
pisando fuerte
y pidiendo,
paso con vehemencia,
para no verse prisioneros
de quien más temen,
la paciencia infinita y serena
de los conquistadores del mundo
que en los libros se presentan
como buenos hijos de la patria que les homenajea.
               IV
La meta que no llega
y el todo,
su esencia,
que se demuestra
con el movimiento,
pies sobre la tierra 
que se arrastran por llegar al punto exacto de su existencia.
                 V
No hay teorías más ciertas
que aquellas que se encuentran
bajo el patrocinio de las ciencias.
La teoría de las formas
con sus paradojas se demuestra
con el mito de la caverna,
lo irreal como real
y lo que percibimos
como esencia
de la verdad aquella
que al descubrirla, a veces aterra.
               VI
En el espacio el aire reina
y conforma su existencia
bajo mil formas
cualquiera de ellas
de tal mal manera
que el ojo ve, observa,
lo que el cerebro le dicta para cuando las nubes desfilan ante nuestra presencia.
                VII
Es la existencia la que corre por nosotros
y se muestra
de tal manera
que somos en apariencia
parte de ese conjunto de ideas
que tiene que ver con el origen del hombre sobre la tierra.
             VIII
¿Quién teme?
Aterra
la sola pregunta
y más si la hubiera,
la posible respuesta
a todo aquello que lleva
a otros lugares de los que no tenemos conciencia.
Aterra,
de  humanos es,
somos materia,
el descubrir
lo poco que cuesta

cruzar ciertos umbrales para los que no hay más lógica que la fe que nos riega. 


Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio

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