jueves, 19 de febrero de 2015

CECILIO SAEZ Y BUSCARINI POETAS DE LA CALLE ALCALA: VIDAS HUMILDES EL TRADUCTOR DE OVIDIO QUE VENDE SU OBRA EN LA CALLE ALCALÁ

Píramo y Tisbe / Traduc. de cecilio Sáez: OVIDIO NASON, Publio


Me pregunta la nieta del escritor Cecilio Saez la relación entre su abuelo y Buscarini. la contestación a esa pregunta es la siguiente:

Buscarini tenía su puesto de venta de libros en la calle Alcalá, de Madrid, allá por los años 20 del siglo XX, cuando Buscarini fue ingresado en un manicomio su puesto fue ocupado por Cecilo Saez, de ahí viene mi expresión: "A rey muerto, rey repuesto". La referencia es la que cito a continuación, Revista Estampa y Cara y Caretas de Buenos Aires. Otra referencia a Buscarini y Cecilio, se puede encontrar en el cuento: "La rebelión de los Cachiros" de Cecilio Saez, publicada en el Heraldo de Madrid el 17/07/1928. En este cuento Cecilio menciona a Buscarini. Queda claro de esta forma que los dos autores se conocían. Por vivir en la misma época y ciudad y tener unas inquietudes muy parecidas.

Buscarini y Cecilio, vendían su obra, en la calle, así se recoge en el Heraldo de Madrid de fecha 20/05/1927. El artículo se titula:"El cosmos de la venta callejera en Madrid". En este artículo aparece el puesto callejero de Cecilo Saez, en la calle de Alcalá con una dependienta vendiendo libros. En dicho artículo se hace mención también a Buscarini y a Cecilio como vendedores de libros en la calle y a los progresos que Cecilio incorpora: permiso municipal para la venta y dependienta.Trascripción de la parte del artículo que hace mención a Buscarini y Cecilio Saez:

"Don Armando Buscarini vendía personalmente sus libros; D. Cecilio Saez, mas refinado y con un amplio concepto espiritual acerca de los derechos de la mujer para sustituir al hombre en las actividades del concierto social, tiene una gentil dependienta. Bella, educada y con el sprit de una parisina de librería. Nos detenemos un instante a leer los carteles que anuncian los versos del señor Sáez, cuando se interpone entre nosotros y la valla un municipal quien -se dirige a la dependienta de Don Cecilio .Saez: 
—¿Permiso par a la venta? 
La linda librera le alarga un volante que el del casco municipal lee detenidamente. Devuélvelo a la dependienta del Sr. Sáez, v con una sonrisa versallesca "el urbano" del Municipio- dice: 
—Bien. El permiso es para el «situado» y la venta de los libros. Como no habla nada de los carteles, y de los versos de los carteles sobre todo quite usted esos anuncios, de la valla 
—¿Y cómo llamo la atención .de la gente, -señor'?—pregunta la vendedora de libros. El guardia municipal se encoge de hombros. -Sonríe gentilmente a la gentil vendedora, la saluda militarmente y se aleja"

En el Heraldo de fecha: 21/08/28: Aparece un cuento de Cecilio Saez: La orden de Tostones.

En el Heraldo de fecha:. 25/10/2008: Aparece un cuento de Cecilio Saez: Mi maestro

En El Imparcial de fecha:. 03/06/2007: Aparece una publicación de Cecilio Saez: Flores de Primavera

Otras obras localizadas:

-ABC de fecha 09/04/1927: Novela: El castillo de las rubias: Se anuncia como novela corta de fondo limpio y moral, con cuidado estilo.

-Otra novela: La gran merced de la reina Teodomira. Se anuncia como novela maravillosa y ejemplar.

Diario La Voz de 21 de marzo de 1927: Se anuncia la novela de Ceciio Saez: La isla pipotaria

Escritos suyos:
Revista LYCEUM, del colegio de San Antonio de Padua, Año XIV, número 157. Caceres. Enero de 1954
Revista Constelación. Madrid. Números 11 y 12
Diario la Montaña, de Cáceres, de fecha 19/09/1925: Se publica un poema de Cecilio Saez que lleva por título: Más humana
Diario la Voz de fecha 8/07/1926, se publica un artículo de Cecilio Saez, que lleva por título: El sentido moral - Nosce te ipsum - "Conócete a ti mismo"

Libro: Mi vida. Poesías líricas 1950

Traducción: Piramo y Tisbe. Año 1920

REFERENCIAS A LOS DOS ARTÍCULOS QUE SE ACOMPAÑAN: 

Revista Estampa: 20/04/1935 (El texto acompaña fotografía de Cecilio Saez)

EL HUMANISTA
TODOS los días, de once a una de la mañana, un  hombre bien portado, de gabán gris, de noble actitud sencilla, cuelga un cartel en la verja de la fachada del Banco de España, en Alcalá. De letra manuscrita, española, bien dibujada, el cartel dice: "La antigüedad ennoblece las cosas, y cuando son buenas, con ella se multiplica su valor. Esta obrita, que tiene dos mil años y está considerada como la mejor del gran poeta Ovidio, es de mérito indiscutible. Yo también la he traducido con primor. Su asunto es un caso de amor, lleno de vida e interés. El estilo, incomparable: arte puro. En suma, lector: es obra de buen gusto y elegancia espiritual; obra exquisita que te deleitará y abrillantará tu cultura. " Firma el cartel Cecilio Sáez, y el precio de la obra es de veinte céntimos. El público s:e detiene un momento, se entera de la mercancía literaria y son muchos los que se acercan al hombre sencillo, que, de pie junto al letrero, tiene en sus manos unos ejemplares de su traducción de Píramo y Tisbe. ¿Qué secreto triste hay en la vida de este hombre? ¿Por qué está en la calle, a merced de la suerte, un hombre culto, traductor de Ovidio? Nos acercamos a él, le hablamos. La obrita, nos entera, la tradujo al salir del hospital; porque está muy delicado de salud. La vista muy floja, y todo el cuerpo entumecido. Piramo y Tisbe la ha traducido en verso. —Soy un poeta—nos dice—; no soy otra cosa... Domino el latín desde niño; también sé el inglés, el francés, perfectamente, y el griego... Acaso, si merezco algún nombre, sea el de humanista. La charla aquí, frente a su público, se hace difícil; se forman grupos, y muchos señores se acercan a comprarle la obra. Cecilio Sáez, el humanista, me cita para la tarde en un café.

LA VIDA DE CECILIO SÁEZ Cuando llego al café ya está esperándome el latinista, con un hijito; suyo, de siete años, pulcro, avispado, al que elegantiza una melena rubia de pequeño artista. —Soy casado, con tres hijos, y vivimos de mi literatura, aunque da poco. El año 1926 salí por primera vez a la calle con algunos libritos que tuvieron aceptación. Los envié a ios mejores escritores, y tengo juicios de Benavente, Ramiro de Maeztu, Diego San José... No le ocultaré a usted que, para mí, el ponerme a vender mi obra en la calle ha sido de una pena intensa; yo soy naturalmente tímido, y los primeros días estaba avergonzado, tanto, que a veces me'hablaban y no pedía contestar, emocionado y con llanto en los ojos; sí; me ha costado lágrimas estas salidas... ¿Pero qué iba a hacer? Estoy quince años en Madrid, y lo he intentado todo: no he encontrado nunca trabajo remunerado. Únicamente traducciones de novelas policíacas, labor ardua y muy mal pagada...; montón  de cuartillas para no ganar ni el jornal que gana un peón de albañil —¿De dónde es usted? —Yo soy de Murcia. Desde muy chico tengo una gran amor a los libros. Los libros fueron mi juguete predilecto en la niñez. De latín tuve muy buenos profesores; yo hablo el latín con soltura, y todas las lenguas neolatinas. Muy amante de los clásicos. Mi vida, triste y sencilla. En una zona minera fui maestro de los mineros, que me querían mucho. Pero vino la guerra, se trastornó el negocio de la mina, y la compañía no pudo pagarme ya mi trabajo. Yo no supe el percance, porque los mineros, tanto me apreciaban, que seguían pagándome ellos de dinero que se quitaban de sus salarios de miseria para que yo, creyendo ser aún pagado por la compañía, continuase mis lecciones... Cuando me enteré, lloré enternecido; pero no pude consentir que los mineros se sacrificasen en su vida material por mis enseñanzas... Entonces vine a Madrid. Un amigo impresor me imprimió poco a poco unos libritos, y comencé a venderlos en la calle... En los primeros millares gano poco; luego, me queda bastante. La ganancia es, claro está, eventual: hay días de cinco pesetas, de diez pesetas... Asi he vendido libritos de alegorías, de cuentos, alguna pequeña narración original, como la titulada Que vi no sé dónde..., y ahora ésta, Píramo y Tisbe, episodio de la Metamorfosis, de Ovidio. He advertido que al público le gusta más el verso que la prosa... El público mío es de gente culta; señoritas, sobre todo... Cuando pasa una pareja de novios o un matrimonio joven, es ella, geneíalmente, la que le induce a él a comprarme esta obrita de amor... EMILIO FORNET

CARAS Y CARETAS LA MALA VIDA LITERARIA EL ESCRITOR QUE VENDE SUS PROPIAS OBRAS EN LA CALLE

Caras y caretas (Buenos Aires). 22/6/1935, n.º 1.916, página 127

QUE a tales extremos ha llegado la noble profesión literaria... Al punto que un escritor, versado en lenguas clásicas, se detenga a diario cabe el portal de un monumental edificio oficinesco o el pórtico de un banco, para ofrecer, y algunas veces vender, unos ejemplares de sus "bras. Así nos lo hace saber la popular 'Revista madrileña "Estampa", en uno de cuyos últimos números encontrarnos una nota dedicada al escritor Cecilio Sáez, traductor de Ovidio, que Vende sus libros en plena calle. El precio de la obra — "Píramo y Tisbe" — es de veinte céntimos y es el propio traductor quien la ha editado. Según confiesa Cecilio Sáez, es poeta. Domina el latín desde niño; Conoce el inglés, el francés y el griego. Es un humanista. El cronista del colega madrileño — Emilio Fornet — le hace hablar, y por él nos enteramos de que el extraño mercader de libros está casado, tiene tres hijos y, lo que es más extraordinario, vive modestamente de su literatura. Comenzó en 1926. Salió a la calle con sus primeros trabajos. Obtuvo por ellos juicios de Benavente, Maeztu, San José. En quince años de vida madrileña realizó todos los trabajos. Hizo traducciones de novelas policiales para no ganar ni el jornal de un peón de albañil. Un amigo impresor le ayudó con el primero. Vendió unos cuantos millares. Algunas obras originales; pero, sobre todo, traducciones. "Píramo y Tisbe" episodio de la "Metamorfosis", de Ovidio, ha constituido, para Cecilio Sáez, algo asi como un éxito editorial. Agregaremos que este hombre era maestro en una escuelita de mineros de Murcia. La guerra paró el trabajo y la compañía no pudo pagarle el sueldo. El no supo el percance, pues los obreros siguieron pagándole con dinero que quitaban de sus míseros salarios. Cuando Sáez se enteró, enternecido, abandonó a aquellos protectores y salió para Madrid. Ahora vende sus libros en la calle. A veces se siente un tanto avergonzado; pero al punto cobra ánimos. Cuando pasa una pareja de novios o un matrimonio joven, son 'siempre ellas, las mujeres, las que piden sus versos de amor...   Cecilio Sáez ofrece sus libros frente al Banco de España, en la madrileña calle de Alcalá. En un cartel, dice: "La antiguedad ennoblece las cosas, y cuando son buenas, con ella se multiplica su valor. Esta obrita, que tiene 2.000 años, es de mérito indiscutible. Yo también la he traducida con primor. Su asunto es un caso de amor, lleno de vida e interés. El estilo, incomparable: arte puro. En suma, lector, es obra de buen gusto y elegancia espiritual; obra exquisita que te deleitará y abrillantará tu cultura".

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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