jueves, 19 de febrero de 2015

POESÍA: AQUELLO QUE LLEVA AL MISMO SITIO


El espacio en el que vivimos
no es otro espacio que aquel que nos ha sido concedido
para que en el seamos diminutos seres,
no abejas, chinches garrapatas, dinosaurios,
sino alumnos
adelantados en todo aquello que nos ha sido delegado por principios.
El hombre y la mujer, todos en un saco introducidos
hacemos oídos sordos a lo nuevo y nos dejamos llevar por lo que desde pequeños aprendimos
de memoria y de un tiro
para que nadie pueda dudar de nuestra capacidad de asimilar el contenido
de los libros corregidos
por quienes marcan las pautas sin importarles para nada nuestros pensamientos dubitativos.
Nacemos, crecemos, nos hacemos fuertes ante los peligros
y dudamos hasta extremos de convertirnos en siervos del destino
cuando alguien nos muestra nuevos caminos.
para que seamos lo que de nosotros la sociedad ha querido.
Recibimos con honores y aplausos públicos un título
que lleva por nombre  el de ciudadano circunscrito
a la gres de sus antepasados y para bien de sus hijos,
fieles siervos de lo que sin querer en nuestros cerebro se ha introducido.
La vida nos lleva entre paréntesis marcados con hitos
a lugares posibles por otros invadidos
y de esta forma estando o no convencidos
vamos cerrando páginas de ese libro
que en todas las casas tiene un lugar de antemano elegido
para ser observado y con esmero leído.
Por ser de este mundo y estar
para las causas de quienes tejen con su hilo
el espacio y todo aquello que nos sirve de refugio
formamos parte del mapa que no lleva a ningún sitio.
Cada vida es un abismo, un muro de lamentos construido
en el cual vamos depositando nuestros propósitos y deseos
con tanto tino
como el que demuestran los pescadores cuando tiran el cebo
y sacan un pez del río.
Vacía la mente de aquello que nos hace diferentes
al resto de los individuos
convergemos en un mismo círculo
del cual sabemos que nadie ha salido,
pues del nacimiento a la muerte,
aun yendo por diferentes caminos
siempre se llega al mismo sitio,
tierra que protege de todo aquello que era parte de uno
y que devuelve al ser a los abismos de lo desconocido.

Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio

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