domingo, 8 de febrero de 2015

POESÍA: DEL HOMBRE Y LA TIERRA (3)


1)
Sueñan los hombres
banderas al viento
que ondean en el aire
y lo hacen
al tiempo que se agitan sentimientos
que nacen
en los corazones sedientos
de algo más que su propia sangre.
Pueden los pueblos,
algunos lo hacen,
exigir aquellas libertades
que coartan sus posibilidades
de crecer en aquello que les es importante.
La lengua,
que si no se mima se pierde,
y la cultura,
que sirve para sacar a los hombres
y mujeres
del vacío en el que se nace
y se muere.
Estas son algunas de esas cuestiones
que en este poema se debaten.

2)
No todo reluce
como el sol
ni como las brasas que en el fuego arden
Sombras  y
dudas
yacen
en el corazón de los hombres
y en el alma de las mujeres.
Todos persiguen
con instintos domesticados al calor de las ciudades
lo suyo como inmediato
y lo otro
aquello que une
se deja
para cuando se oyen voces
que suenan a viejos romances.

3)
De mis labios emerge
la palabra educación
y al tiempo se caen
al vacío
que es el istmo donde mueren los pensamientos loables
derechos y deberes
que son exigibles
a las administraciones,
por ser ellas,
al igual que los padres y las madres,
las únicos responsables
del buen cuidado
de los ciudadanos a las que se deben.

4)
Piedras siempre loables
son las que sirven
para hacer a un pueblo grande.
De piedras
los pueblos se hacen,
cuando no
de barro y ramajes,
de adobe
con olores a sudor y hambre.
Las piedras
que en el subsuelo yacen
son de los pueblos
ese candado que abre
la puerta que lleva a misterios
que nadie conoce.

5)
Ancestros viven
allí
donde los pueblos echan sus raíces
En todas las noches
se remueven
los sentimientos engendrados
en los corazones de quienes
forman parte de ese perfecto engranaje.

6)
De muy hondo
la tierra asume
sus tristezas interminables.
Son cobijo de los pueblos
las tierras nobles
que dan lo que tiene
a sus gentes.
Sin preguntas,
sin chantajes,
la tierra muestra siempre su lado más amable.

7)
Es el hombre quien estrecha
su hermandad
con todo aquello que le es útil.
La azada que rompe,
la hoz que corta el tallo,
el martillo, el machete, el sable,
el lápiz
y los libros con sus contenidos
domados en otras partes,
todos ellos contribuyen
a ese quehacer diario del hombre
con el medio salvaje.

8)
Toca hablar de las mujeres,
en lo que toca
como seres
capaces de engendrar hijos
para que los pueblos crezcan
en todo aquellos que les hace grandes.
Compañeras del hombre inseparables
de ellas es,
así de notar se hace,
la vida de los pueblos que asimismo se quieren.
Matronas y mujeres
dirigen a sus gentes
en aquello que sirve
para ser más sensatos y parar los golpes
que de vez en cuando llegan sin más aviso que la muerte.

9)
Aquella casa se abre
a un patio con olores
que me lleva hacia donde un jardín crece
en tallos y flores
que emergen
del manantial de la vida
que desde siempre
habitó en las habitaciones pequeñas y grandes
con vistas a interiores y a la propia calle.
Resucitan en la casa
palabras que solo se oyen
en el alma de quienes atentos escuchan a sus padres.

 10)
En la tierra
en un principio nada es
ni nada crece.
Solo el tallo
convertido
en mujer y hombre
hace de la tierra
un lugar habitable.

Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio

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