jueves, 12 de febrero de 2015

POESÍA: DEL HOMBRE Y LA TIERRA (9)


1)
Se ve
en ese dominio del hombre
sobre la naturaleza
la mano de un Dios
se llame,
venga al caso
como se quiera,
imponiendo con voz ferrea
su palabra
para que se haga
lo que el quiera.

2)
El mundo por hacer,
todo a medias,
entre descansos obligados
y días de fiesta
en que ese Dios,
el cual te enseñaron en la escuela
y en noches de tu madre
recitando oraciones
bajo la luz de una vela,
se toma un descanso
para salir a la palestra
todavía, si se quiere, con más fuerza.

3)
Y Dios  invita
al hombre y a la mujer
a ser diferentes
al resto de las fieras
y con un soplo,
que casi se lleva de la tierra
las montañas y los ríos
las llanuras y las altas cordilleras,
crea,
al hombre a su imagen
y semejanza entera,
es decir para,
que se sepa,
con extremidades, tronco y cabeza,
y a la mujer,
del hombre su compañera,
más tarde de la cuenta
entre sueños de uno e infinita paciencia
de quien tiene poder para sacar de debajo de las piedras
tesoros que nadie encuentra.

4)
Ya todo acabado
comienza la fiesta,
de  llenar los continentes
y todos los lugares de la tierra
de animales, plantas y seres
y para que todos entiendan
de razón de ser
y de dominio sobre la naturaleza
al hombre y a la mujer que viven a su antojo disfrutando de una vida placentera.

5)
Historias como esta
las hay a millares
en cada rincón de la tierra,
cada una con su singularidad
como si todos los dioses que en los cielos reinan
y en la tierra tienen sus ojos puestos no supieran
que descienden de la misma cepa,
llamada ignorancia con brotes de fe ciega.

6)
En este recorrido
por ese Olimpo
junto a la tierra
encuentras toda clases de dioses y de diosas
y de mortales al servicio de una buena mesa.
Grecia, Roma, la India,
Eipto, Persia,
China y Japón,
en las islas, montañas, llanuras, mesetas
y donde se quiera
aparecen oráculos y templos
a los que llevar ofrendas
y en los que se reza
para pedir favores
con los que saldar alguna deuda
y contentar a los dioses para que no se irriten con quien ante ellos tan manso se muestra.

7)
Contra el pecado
rezos y penitencia,
este es el bálsamo que se aplica
y la pena
con la que se perdonan las faltas
y se vacía la cesta
de frutas podridas
para llenarla con otras de buena apariencia.

8)
Y el hombre se llena
de una luz brillante
y de una melodía
tan bella
que todo lo que hace
y aquello  en lo que piensa
es gentileza
de ese Dios al que teme
por mucho que se meta en la cabeza
que es piadoso con sus criaturas sinceras.

9)
Vuelta a la rosca
y a la paciencia
de quienes viven sobre la tierra,
pues la historia de la humanidad
está llena
de preguntas por responder
y de respuestas
acomodadas al gusto de quien las hace
y de quienes con ellas
se abrigan por las noches
cuando el frío aprieta.

10)
Vuelta a empezar
para acabar
con estos poemas
con la vista puesta
en la próxima hornada,
esa que se gesta
allí donde se acaba el camino
y comienza otra senda
de la cual se desconoce la meta.

Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio

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