Y se siente
el vuelo de las abejas
en su trabajo incesante
de succionar y trasladar
el néctar de las aromáticas flores.
De flor en flor
y de enjambre en enjambre
las abejas recolectoras
se sienten fieles
a quien les protege.
Un ejército vive
en ese dulce castillo, embalaje,
donde en perfecto orden conviven
abejas de todas las clases,
siempre a la espera de que su reina les deje fundar un nuevo linaje.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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