Es posible que se acerque
ya,
desde nunca nadie pudo detenerle,
tan fría, tan ausente, tan lejana, tan de repente,
cercando tu vida, que te sientes,
en el poyo de una puerta, bien alzada la frente,
como el preso con grilletes, como el gran terrateniente,
como el pobre solemne, como al abad de un monasterio de rezos intermitentes.
A mi nadie me teme, pero ella, la muerte,
te coge y te lleva, en eso que se llama cortejo fúnebre,
del lecho a la tumba de los cementerios entre cipreses
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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