Le duele la mirada,
se le hace dura,
como los callos
que en las manos significan
vida digna,
de esos hombres y mujeres
obreros y obreras,
en nuestra jerga socialista,
en nuestra jerga socialista,
de los cuales nada dicen
los libros que nos cuentan
de carretilla
de carretilla
historias tan absurdas,
como los tratados
y batallas
y batallas
y los nombres en cursiva
de los muchos monarcas
y de sus corrompidas monarquías.
Los obreros
y las obreras
y las obreras
y una fecha
en un calendario festiva
en un calendario festiva
cada día,
por desgracia, menos significativa,
por desgracia, menos significativa,
por aquello
de con nosotros la fiesta no iba,
de con nosotros la fiesta no iba,
hasta que llega,
ésta,
la muerte activa,
ésta,
la muerte activa,
de quienes
ajenos se sentían
ajenos se sentían
a esa deriva
del barco que naufraga
del barco que naufraga
y con él
sus ahora desprotegidas vidas.
sus ahora desprotegidas vidas.
En la textura de su piel
le aflora alguna que otra arruga
mientras se siente inútil
todo por culpa
de una cartilla
de una cartilla
creada sin duda
para convertir al ser humano
en el número
de una fría estadística
de una fría estadística
que el gobierno utiliza
para echarse encima
medallas siempre inmerecidas.
Eran unas lágrimas dormidas,
ahora sombras tenues
de color verde aceituna
que desbordadas se perdían
por unas sonrojadas mejillas,
a pesar de ser uno de mayo,
tan dúctil este día
como la frágil mantequilla,
con olores a polilla
que nos sirve para recordar
que la vida
siempre es dura,
siempre es dura,
con los más débiles,
no les quepan dudas,
esas estimadas criaturas,
los obreros y obreras,
laboriosas hormigas
de un hormiguero
que si de alimentos se vacía
trae fuertes hambrunas.
No quieren los obreros
de mi poesía
la caridad pública,
ni quieren doblar las rodillas.
No quieren las mujeres,
que son del ser humano
todo en la vida,
sentirse mujeres públicas
en ese mercado laboral
tan machista
donde ellas,
madres,
abuelas,
nueras,
parientas,
amigas
e hijas
madres,
abuelas,
nueras,
parientas,
amigas
e hijas
por haber nacido
con el estigma
que se recoge en las Sagradas Escrituras
se las trata indignamente
como si fueran del hombre
su más queridas costillas.
su más queridas costillas.
Secas como las mieses
que sobre el surco esperan
abandonar
lo que fue su fértil vida
lo que fue su fértil vida
veo a un hombre dormir
bajo un techo de cartón
que anuncia
en su superficie imprimido en tinta
en su superficie imprimido en tinta
colchón de látex
bueno para las curvaturas
de las vertebras dorsales,
y útil
por añadidura
para no coger malas posturas.
por añadidura
para no coger malas posturas.
Me surgen molestas preguntas,
en un uno de mayo
que solo se debería celebrar
con pancartas
en las vías públicas
en las vías públicas
y no en salones
con mesas repletas de comida y de bebida
y a lo mejor con sillas vacías
de esos obreros y obreras
de miradas duras,
a los cuales nos dirigimos
en una fecha tan significativa
pidiendo con ternura
fe en el futuro
y en el presente cordura.
y en el presente cordura.
Cuando era niño
me entretenía
viendo trabajar
a las laboriosas hormigas
y ahora cuando paso
por la puertas
de determinadas oficinas
de determinadas oficinas
y veo colas inmensas de parados
me entra una cólera infinita
y tantas preguntas
que no hay renglones
en libreta alguna
en libreta alguna
capaces de contener
mi rabia infinita
mi rabia infinita
por eso de ser socialista,
de puño en alto,
de puño en alto,
casi caído para la lucha,
en un siglo XXI tan negado en eso de hacer conquistas.
en un siglo XXI tan negado en eso de hacer conquistas.
Autor de la poesía: José Vicente Navarro Rubio
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