El pueblo Griego, soberano y libre
se cansó de ser sometido,
de ver como sus mujeres y hombres se mueren de hambre,
de como sus jubilados lloran por ellos y sus hijos.
Son ellos los bárbaros, de oficio imponer sanciones y castigos
los que esperan todavía a que el pueblo sometido
se hinque de rodillas y vuelva al cubil en el cual tiene su sitio.
Los bárbaros de Kavafis son los mismos,
los de todos los siglos,
son aquellos que viven a la espera de tener un sitio
en el corazón de los pobres
a los cuales someten con sus perjuicios.
Los bárbaros, esos que llenan los diarios con sus buenos oficios
son unos prestamistas de lujo,
pues no jugando con lo suyo
se llevan todos los beneficios.
Vinieron los bárbaros, Constantino,
y lo hicieron con grandes avisos,
igual les da que se les tome por consumados bandidos
que por inhóspitos huéspedes
en los congresos de los países por la deuda abatidos.
Ellos los bárbaros desde siempre supieron elegir los sitios
sobre los que caer
para que nunca más vuelvan a nacer los cultivos de recios trigos
pues su lema es la tierra quemada y si queda sitio
el sometimiento por las armas de todo aquello que para ellos supone un peligro.
Los bárbaros vienen siempre desde el Norte
y lo hacen todos los siglos, desde que el mundo es mundo,
y ponen en sus avances de testigos
de sus hazañas desmedidas y crueles cometidos
a millares de estandartes que usan en sus avances desmedidos
sobre territorios extraños en los que buscan las riquezas que aseguran su futuro.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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