lunes, 22 de junio de 2015

POESÍA: BOCAIRENT ME LLENA

Pensaba apaciblemente,
mi cabeza vomitaba ideas,
versículos diarios
de una biblia vieja
cuyas hojas perfumadas
por las plantas aromáticas de la sierra
habían dormido en ella.

Me creía,
entre calores que aprietan,
el viejo chaman,
de los libros de cabecera,
curandero
de las inexpugnables selvas,
filosofo
sin pelos en la lengua
y rey
sin cetro sobre la cabeza,

Me vi,
lleno de esa alegría
que no pesa
cuando se contemplan
espacios que solo se conservan
cuando un todo nos une con la naturaleza.

Miré hacia interior de las ventanas
y puertas abiertas
y todo era
lleno de esa paz y frescor  que solo se encuentra
en espacios pensados para hacer la vida más llevadera.

Me vi en la montaña
dentro de las enigmáticas cuevas
esas que atraen a los turistas
que se acercan hasta ellas,
como si fuera parte de una fotografía caduca e incierta.

Tal y como uno les cuenta
en Bocairent
la luna enamorada está ciega,
de ese sol que la quiere
solo para él, al tiempo que ella,
se muestra por las noches, de amor llena,
reluciente como una estrella.

Aunque la rueda, vieja,
del molino ya no muele ni rueda
queda en ese ambiente de pueblo,
en comunión diaria con la naturaleza,
ciertas esencias
que nos llevan
hasta allí
donde la luz de una vela
abre la puerta
al amor perpetuo por la tierra.

En esto me quedo, se queda,
quien todo esto les cuenta,
entre menesteres que no sean otra cosa cierta que alocada ventisquera,
como esas que llegan desde Mariola, su sierra,
entre fríos que hielan hasta las ideas.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

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