Le dieron por muerto
tras muy pocas averiguaciones
en unas murallas romanas
y entre salientes
de una noche que llamaba
a brujas y duendes.
Orín sobre las paredes,
quema el aguardiente
la piedra dura a la que el sol hiere de permanente.
Genarín no sabia
y por ello se sentía valiente
que por la cuesta venía en su búsqueda la muerte
en un León que parecía
por aquellos años de dictaduras permanentes
el lejano oeste
con barberías y tabernas
pellejeros y aguardiente
de la Galicia del Norte
del Portugal del Oeste
entre burdeles e iglesias, sotanas y birretes
de cardenales y mujeres
que se sentían dulces amantes
entre pellejos y espadas,
y trajes de luces que en las plazas se manchaban de sangre.
Por esas tierras
muere el valiente
con los pantalones puestos
y la correa sujeta
en señal de buen linaje
el de Genarín, artista, de remate
en vivir la buena vida
y ser cliente
de todo lo que apetece.
a las malas y buenas gentes.
Autor de la pòesía: José Vicente Navarro Rubio
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