De cuando entonces
en Pinarejo
mi sol era la luz que una bombilla desprendía
y el calor que se pegaba a los huesos de por vida.
De cuando entonces
uno se sentía
teja, barro, cal y arcilla
en una niñez feliz
de vencejos en la era haciendo diabluras.
De cuando entonces
uno veía
como su padre hacia los campos partía
y volvía a horas diferentes según el día
con o menos alegrías.
De cuando entonces
el gorrino, todo en él valía,
salvaba tantas vidas
como la propia penicilina.
De cuando entonces
en aquella escuela de niños
aprendí a contar de carretilla
poco más que dedos en las manos tenía.
De cuando entonces
el hambre se ocultaba por hombría
valía más un tísico muerto de pulmonía
que un pobre tocando a las puertas
con cara de haber fracasado en la vida.
De cuando entonces
ya me temía
que llegado a este punto
no sacara a la palestra aquello de ¡vaya dictadura
de generales invictos, queridas, religión hasta en las papillas
y súplicas a quien bajo palio decidía sobre la vida
de la habido y por haber bajo la capa del cielo de una España, así misma, muerta de apatía!
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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