lunes, 13 de julio de 2015

POESÍA; DENLO POR MUERTO A JORGE MANRIQUE EN LA NAVA (PINAREJO)



El sol estaba en DO Menor
casi cayendo
a esas horas de la tarde
en que los soles de todo el mundo
se vienen sin más misterios a menos.

Sol maduro
de un solo cuerpo
tan redondo y tan de luz lleno
que quien lo mira recoge del cielo
sus ojos convertidos en trozos de carbón bien negro.

De regreso
ya de la Nava, en Pinarejo,
entre sombras marchándose lejos
recuerdo que en aquel día toqué con un dedo
el monumento
que recuerda a los nacidos de todos los tiempos
que allí murió con mucho sufrimiento
Jorge Manrique, quien fabricaba versos
mientras luchaba en defensa de la reina de su reino.

Dura travesía en una noche de cencerros
sonando en los campos y en los barbechos
con aquel cuerpo, herido, reja dentro,
camino de la Nava
tras pasar por los Cerros Blancos hasta llegar a Santa María, no lejos,
pues en Pinarejo solo había
por aquellos tiempos
dueños castilleros
y un guardia con mucho miedo
que en la cueva que daba a un pozo de aguas frías como el hielo
cantaba serenatas mientras afilaba el cuchillo de degollar corderos,

Muerto lo es,
la sangre se le cuaja
sobre el vestido de cuero
y él Jorge Manrique en lo cierto
ve un hilo de luz
que se le viene trayendo
la noche negra,
la mortaja de piel de perro,
los lamentos de los propios castillejos
que temen el castigo que recaerá sobre sus hijos y mismos ellos.

Lo fue y es cierto
el mejor poeta
y el muerto
más llorado y solicitado
por los tiempos de los tiempos
que en las iglesias se elevaban rezos,
en la corte canciones de escaño y en Pinarejo
donde corrió la noticia entre grandes por aquellos días aguaceros
solo el guardia y el pocero echaron a la lumbre sal para alejar los malos agüeros.

Que muerte
y que silencios
cayeron sobre la Nava
y los Cerros Blancos de Santa María a Pinarejo
y de lo que queda de esto
solo son historias de viejos
que se contaban cuando el Sol huyendo,
DO Menor por lo menos
marchaba hacia el Castillo atravesando los Cerros.

Callando la historia se queda en eso,
mutis en Pinarejo,
en el Castillo desencuentros
y en la Corte la reina que sabe de todo ello
lo que le cuentan los oficiales de aquello
se mandaba venganza por lo hecho.

Autor de la poesía: Jose Vicente Navarro Rubio

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