viernes, 17 de julio de 2015

POESÍA: EN PINAREJO SILBIDOS DE UN PASTOR POR UNA DAMA DEL CASTILLO





Era el silbido
lo que noté
al pasar por aquel campo vestido
de las lanas de las ovejas
y del buen sentido
del pastor manos en la boca
llamando a los mastines
para que encarrilaran las ovejas hacia los pastos surgidos
en los barbechos que adornaban un término ya perdido
de años de labranzas y otros de descansos bien vistos.

La alondra del poeta, oyó un silbido,
la de la cautiva,
sobre la reja de una cárcel en la fosa de un castillo
y con sus ojos impregnados de sabiduría pasada de padres a hijos
voló en busca del querido,
de esa amada cautiva a la que la alondra alegraba las tardes con sus trinos.

Todo por culpa de unos amores no consentidos
de los padres de la dama, amos del castillo,
murió la dama
que se sabe por el pastor de Pinarejo querida.
sin saborear de los besos, en forma de silbidos,
de su querido,
aquel pastor, de Pinarejo, uno de sus hijos,
que pasaba bajo las almenas del castillo
silbando amores por una alondra correspondidos.

La alondra sobre la reja
y en la cárcel del castillo,
mazmorra de silencios con lagrimas labrando en el suelo un surco de suspiros
se oye a la alondra cantar
por la dama del castillo
y el pastor de Pinarejo, su querido.

Silba el viento
sobre una cruz
que en el cementerio del castillo
señala la tumba donde yace la dama que murió sin ver cumplido su destino
de ser amada por aquel que lanzaba silbidos
cuando pasaba con sus ovejas pastando canciones
bajo las almenas de su castillo.

En el silencio de la noche entre aullidos,
silba que te silba,
silbó entre rugidos
la muerte que siempre espera a quienes aman y siendo correspondidos
encuentran impedimentos en los brazos del frío e impuesto destino.


Autor de la poesía: Jose Vicente Navarro Rubio

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