martes, 14 de julio de 2015

POESÍA: ME VI EN UN ESPEJO CON PINAREJO DE FONDO INCLUÍDO


Resultado de imagen de PINAREJO

Me miré en el espejo
vi sombras que indicaban un vacío.
Tantos años el espejo
comiendo de las telarañas sus hilos
que en el yacían confundidos
los sueños profundos
de quienes habían formado parte de aquel diminuto
espacio de cuatro paredes
con ventanas de madera repintadas de amarillo
que daban paso a un pasillo
al cual subían los olores de un manzano
de frutas diminutas
y de un membrillo olvidado a su destino.

En noches pesadas
de días sombríos,
de tardes plomizas
y despertares en ayuno
mi sombra sobre el espejo
es el alma misma
de esas soledades que inundan los espacios infinitos
que dentro del espejo se abren como  si fueran otro mundo.

¡Si, es allí en Pinarejo
donde descansa uno
de todo aquello que le viene
en esos segundos
en que el alma pide algo más que la comida que de diario come uno!

De nada te servirá, a ti, amigo,
olvidarte de lo que fuiste
recolector de ,mendrugos
por mucho que te empeñes
en quitarte de encima
ese traje que te hace taciturno
como los sueños de los pastores
siempre en guardia defendiendo lo suyo.

La puerta cerrada,
la llave girando
y la cerradura ofreciendo resistencia
a ese enemigo
que de seguro
llega a la casa
con el ánimo puesto en cambiar ese pequeño mundo
que tanto cuesta de hacer
y que vive a salvo en el olvido
de quienes pasaron por el lugar y dejaron su huella en ese espejo en el que no se mira ninguno.

La soledad platónica
no se paga con especie alguna
pues se hace poco a poco
a golpe de años viviendo uno en si mismo
buscando en sus interiores
ese tesoro oculto
que hace a los humanos sensibles ante todo aquello que destruye al mundo.

Huyo de vez en cuando
a la patria chica,
al lugar en común
en el cual me hice de crío
tan amante de mi pueblo
y tan amigo
de lo poco que es lo mucho
que cuando vuelvo
como el torrente
al nacimiento de su río
intento en lo posible
no romper el equilibrio
que hace al ser humano tan amigo de lo ínfimo.

Se del lugar, Pinarejo,
en la Mancha
no por lo que he leído en ningún libro
sino por todo aquello que aprendí mientras jugaba siendo niño
en aquella plaza con vistas a ningún sitio
y en aquella escuela,
casa señorial con argolla de hierro para dar castigo
que abandonada esperaba a sus amos ya idos.

Se por lo dicho
que tuvo a Jacome Capistrano de Moya,
arqueólogo de oficio
por su hijo
y a Juan Arturo Valero
poeta con casa en el limbo.
Se que sus hijas e hijos
tienen fama de ser trabajadores de doble turno
y que cuando se menciona la palabra Pinarejo
siempre salta el oportuno
¿con "Pe" de qué?
¡de Paris, hijo!.

Autor: Jose Vicente Navarro Rubio

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