domingo, 12 de julio de 2015

POESÍA: PINAREJO TAN LLENO DE SILENCIOS

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Quien pasa de cerca de Pinarejo
mira el pueblo
tan quieto,
tan muerto,
tan lleno de silencios
que se llena por dentro
de aquellas soledades que cantaba un poeta
que murió de España lejos
por decir a los cuatro vientos
que la libertad no tiene precio.

Olmos que ya son parte de nuestros recuerdos
quedan petrificados en el tiempo
junto a las alamedas siempre vestidas
del verdor que trasmite el cielo
sobre las copas altas de los árboles creciendo
allí donde la naturaleza tuvo con ellos un minuto de su precioso tiempo.

Se entra al pueblo
por calles que en otros días fueron
grandes brazos abiertos
al ganado que llegaba de la trashumancia
trayendo los estómagos repletos
de los olores de las plantas de las zonas frías más allá de los grandes puertos
que dejan a la Mancha consumida en esos deseos
con los que los enamorados se levantan después de noches llenas de abrazos y besos.

Y en este pueblo
de matriarcados perpetuos
con los hombres trabajando
allí donde hacian falta pastores y braceros
es de los pocos pueblos manchegos
donde el rezo
en labios de mujeres
siempre comenzaba por  el Padre Nuestro.

Gentes laboriosas y con genio
sobrevivieron a las hambrunas
que por aquellos tiempos
devastaban a los pueblos
y cada siglo
y cada año y en cada momento
se volvía a comenzar
siempre con el mismo empeño
que no era otro que levantar la cabeza por encima del cuello.

Pinarejo
a primera vista en un cerro
pero si por ella paseas
y te encuentra en su epicentro
pronto te das cuenta
de que el pueblo
se expande buscando, no lejos,
las alturas de dos motillas, cerros,
donde el aire corre más fresco.

Y llegan esos doscientos cincuenta años
y en ello
nos volcamos los del pueblo
dentro
de esas soledades
que hacen a los manchegos
tan quietos,
tan tranquilos,
tan serenos
que la piel de los hombres y mujeres de nuestros pueblos
están curtidos
como la piel del ganado que corre por los montes y majuelos
de los olores a tomillo, lavanda, romero y espliego.

Quietos
y entre silencios
con la mirada puesta en el futuro
y con el presente en nosotros viviendo
vamos las pinarejeras y pinarejeros asumiendo
que somos pueblo
desde aquel momento
en que nuestros antepasados se impusieron
al poder recio
de los castilleros
que solo querían, en ello eran soberbios,
una aldea con su pósito repleto
de buenos granos y frutos con los que seguir ellos creciendo.

Sin lucha
no hay pueblo,
ni lo hay sin sufrimiento
ni lo somos ni seremos
sino somos capaces de vivir unidos
en esos sentimientos
que hermanan a los seres humanos
entorno a un mismo pensamiento.

En librarnos de las cadenas
nos hicimos pueblo
y así tenemos que seguir viviendo
libres y por el mundo sueltos
sin perder los orígenes
ni sentirnos ajenos a la tierra que nos dio el gentilicio de manchegos.

Autor de la poesía: Jose Vicente Navarro Rubio

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