Qué no es tan pasado el momento,
no hay motivo
para que esas relaciones topográficas de un Rey,
Felipe II,
hayan caído
en el olvido.
Que no fue
ayer la muerte de Jorge Manrique,
ni a pesar de ello
un pueblo
puede olvidar
lo suyo.
Los años de bonanzas
con buenos trigos,
los años de guerras
que no llevaron
a ningún sitio,
los años de langostas
trayendo hambrunas,
los años de yugos
esclavizando al hombre
y haciéndolo suyo,
justamente el otro,
el que solo se mira
su ombligo,
el que sabe de la vida
todo aquello que en un manual
que se pasaba de padres a hijos
estaba escrito.
Que no es
a lo cual nos debemos ceñir
como se ciñe
un clavo
al golpe seco
del martillo.
Hablamos de aquello
que es nuestro
del futuro
de los hombres abriendo
como los arados antiguos
nuevos surcos
sin perder, la mirada,
sobre aquello que nos hace
tan sujetos al pasado
que somos
desde siempre repetitivos,
en la muerte
segura del individuo
y en recordar
de lo que fuimos
solo aquello que nos interesa
como individuos
no como pueblo
que crece
y necesita
al igual que el árbol
sediento de agua
y alimento nutritivos
nuevos frutos.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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