¿Qué nos fue
a nosotros
en ello,
a ti muerte
que vives
en mis recuerdos
y a mi
que vivo de ellos?
La muerte
tiende su manto,
todo el negro
sobre el cielo
de un Castillo de Garcimuñoz,
pueblo.
No era el momento
de que la muerte
se vistiera
de negro
en ese Castillo
tan lejos
del hogar
donde vive el poeta
casi preso
haciendo versos
para su querido padre,
el ya muerto.
Por las calles
de un pueblo
desierto
se desliza el velo,
que baja volando,
entre las piedras
corriendo
hasta ese vallejo,
hondo,
tremendo,
donde la muerte
sin complejos
siempre gana
para sus adentros
y nunca pierde
el tiempo
pues de un bando
o del otro
los dos
al mismo tiempo
le saldrán amigos
queriendo
o sin querer
tenerlos.
Llega la muerte
y cubre
con su velo
a pobres soldados,
algún escudero
y a dos capitanes
tan de odio
ellos llenos
que la muerte
cruza los dedos
pues no quiere
que por aquellos
los suyos cerros
mañana
que sera día nuevo
continúen luchando
como si no hubieran muerto
ni Don Pedro
ni Don Jorge
aunque uno de ellos
de la muerte se escapara,
se ve que no era ese su tiempo.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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