La crisis del ladrillo
no fue de ellos,
fue de los mismos,
de aquellos que siempre viven
a expensas de lo que otros se llevan a esos paraísos
donde los ladrones depositan sus botines conseguidos
con el beneplácito de quienes gobiernan para los suyos.
A ti joven
que te comías el mundo
vinieron los de siempre
cargados de camiones de ladrillos,
hormigón, picos, paletas y tubos,
solares comprados a precios abusivos,
créditos y demás asuntos turbios
y se comieron lo tuyo
y quizás lo de tus hijos.
Un presente pasado por el rodillo
y un futuro
alejado de aquello que se pensaba antes de caer en ese abismo
al cual nos llevó la especulación del ladrillo,
los promotores y constructores y los bancos gestionando el dinero que no era suyo
para dárselo a quienes nos han dejado con los bolsillos vacíos.
A nadie le amarga un dulce
pero el amargor que nos ha dejado este asunto
nada tiene que ver con aquello que se nos hizo creer entre campañas promocionando el consumo
de pisos y más pisos
como si en España hubiera que construir lo que no se construía en el mundo.
De esto quedan lecciones
que cuando se olvidan
se vuelve a caer en lo mismo,
el dinero fácil, las promesas de los malvados individuos
y la vuelta al ladrillo
como si este fuera el motor de un país necesitado de otro tipo de motivos
para salir de esta crisis que generaron unos y han afectado a todos los que vivimos
con lo que llevamos y poco más en los bolsillos.
Autor: Jose Vte. Navarro Rubio
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