¿Sabía que era perro?
Lo dudo.
Su instinto era el mío
el perro se guiaba por lo que veía flotar en mis ojos de continuo,
por la palabra pronunciada a diferentes ritmos,
por la hora, tiempo para el preciso,
de salir a ver el otro mundo,
el real, el suyo,
el que añora,
el que le quité el día en que lo recibí en casa para ser un juguete más, mascota de lunes a domingo.
En la calle el perro encuentra sus sitios,
aquellos que le son más propicios para desarrollarse como animal de servicio
que se sabe atado a una cuerda que le sirve a él de lazo y a mi de dueño de lo suyo.
Olfatea, el perro,
va a los seguro,
a la caza de ese algo que le falta para ser competitivo,
en el sexo no encontrado,
en la hierba con la que purga sus muchos delirios,
El perro, ese amigo,
se tumba y casi dormido,
vuelve la mirada cuando intuye un peligro.
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
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