Por las ciudades caminaban los pobres
de tierras extrañas
en esos suburbios suyos,
ghettos,
en los cuales viven de espaldas
a las luces de neón
y a los escaparates
con libros de Mafalda.
Por allí se dejan ver los seres de todas las razas
con sus miedos
y esperanzas
arrastrando sus soledades
desde las primeras horas de la mañana
hasta que la noche se abalanza
sobre la ciudad donde conviven los pobres, los ricos y las hadas.
En los ponientes
las ciudades
se abren
como si fueran gajos de naranjas,
dulces por dentro
y por fuera ásperas
a la ciudad se asoman desde todos los puntos de una geografía lejana
sus refugiados de tierras extrañas
con sus pertenencias a cuestas
y sus familias pegadas a las faldas.
Vienen y lo hacen tan llenos de esperanzas
que darían todo lo que tienen
por vivir en esas cómodas casas
que crecen como los ramales de la Vía Apia
allí donde las ciudades sobre el cielo se alzan.
Ellos llenan los espacios, diaspora,
sin más armas
que sus manos vacías
y esas ganas
de rehacer una nueva vida lejos de todo aquello que les hiela el alma .
Cae la lluvia
y resbala
de hoja en hoja y de cara en cara
mientras corren en bandadas
pobres gentes que huyen de lugares donde el odio
es tan grande que mata.
Autor: Jose Vte Navarro Rubio
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