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Atentos con la siesta.
Hay que ir a por ella
y si la encuentras
ya sabes
nada de penas,
cogerla,
y abrazaros a ella
con fuerza,
pues es buena compañera,
dulce en apariencia,
no reniega,
no te pide cuentas,
no se enfada
y si la cortejas
se deja
besar con fuerza,
y amar allí donde te apetezca.
A si se llama
esa hora solar y romana sexta,
entre candelas
que sirve
para hundirse
en esas sombras, pereza,
que cae a las 2 de la tarde a poco que te quedes tumbado al raso y a la serena
Autor: Jose Vicente Navarro Rubio
CÓMPUTO DE LAS HORAS EN LA ANTIGUA ROMA
Los días entre los romanos no tenían 24 horas como los nuestros.
La duración del día y la noche estaba determinada por la salida y la puesta de sol.
El día (nuestras 24h.) estaba dividido en dos partes: las horas de sol, divididas en doce "horae" (sing. hora) , y las horas de oscuridad, divididas en cuatro "vigiliae" (sing. vigilia). Para dividir las horas, utilizaban relojes de sol, y más raramente relojes de agua.
Las horas de sol eran de duración variable según la época del año y se expresaban con números ordinales: hora prima, hora secunda, hora tertia...hora undecima y hora duodecima.
La hora sexta marcaba el mediodía y de ella procede la palabra siesta.
En esta época del año, primavera, la hora prima sería un poco más tarde de las 7h. de la mañana y la hora duodecima más o menos a las 9h. de la noche (21h.).
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